Las inquietantes imágenes que llegan desde Argentina no terminaron con el afortunadamente fallido intento de asesinato de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, encañonada por un joven pistolero y bendecida por una circunstancia improbable: que el arma, como explicamos en EL ESPAÑOL, no disparó su bala por no estar previamente amartillada. Los motivos para la zozobra no acaban ahí por el descarado esfuerzo del presidente Alejandro Fernández de convertir la causa criminal en una causa política.

A nadie se le escapa que la decisión de declarar este viernes el festivo nacional es inseparable de las movilizaciones masivas, en la capital y en la nación entera, para salir en defensa de Kirschner, que carga con acusaciones de corrupción gravísimas. Como señala la acusación, que pide 12 años de prisión por una trama que registra huellas tan oscuras como la extraña muerte del fiscal Alberto Nisman, es “la mayor maniobra de corrupción que se haya conocido en el país”.

Del mismo modo, el feriado concede a la jornada una condición única. Ninguna noticia u ocupación diaria eclipsará las protestas para impulsar los intereses del Gobierno, con el viento a favor y sin distracciones. Las calles acogerán a decenas de miles de ciudadanos entregados a la salvación de la adalid del kirchnerismo, con las pasiones agitadas, dispuestos a presionar más y más contra los investigadores judiciales.

No sorprende, tristemente, ni el magnicidio fracasado ni la calculada maniobra del Gobierno. Hace tiempo que la polarización política convirtió la atmósfera social de Argentina en irrespirable. De ahí que la pregunta que plantea este periódico se comprenda con naturalidad. ¿Qué habría pasado en Argentina de haber funcionado la pistola? O, un paso más lejos, ¿qué será del país cuando la bala alcance su objetivo?

Contexto inestable

Durante meses, uno de los análisis más leídos de la prensa norteamericana describía por qué Estados Unidos estaba a las puertas de una guerra civil. No es una opinión infrecuente en el país. Un sondeo reciente del fiable YouGov arrojó que más del 40% de los estadounidenses considera “probable” que se produzca a lo largo de la década. El motivo fundamental es la polarización.

Es decir, la perspectiva de dos bandos irreconciliables, inhabilitados para la convivencia pacífica en un mismo espacio y sin consensos fundamentales. Lo que deriva irremediablemente en el nacimiento de una misma realidad con dos verdades incompatibles. O, lo que es lo mismo, en la muerte de la verdad.

El suceso con Kirchner ofrece una muestra innegable de que los síntomas se replican a una escala todavía más peligrosa en el otro hemisferio.

En Argentina, sobre el hecho incontrovertible del disparo fallido, se siembran dudas o certezas a medida de los bandos. En el entorno, el escenario de inestabilidad y división no es más prometedor. Lo comprobamos en Brasil, en Chile o en México. En esta ocasión, el atentado fracasó su cometido. El destino del país, y probablemente del continente, depende en buena medida de que la fortuna se repita.