Juanma Moreno anunció ayer su nuevo gobierno para los cuatro años de mayoría absoluta que tiene por delante en Andalucía. Este gabinete es la viva imagen del estilo político y las líneas programáticas del presidente andaluz. Un ejecutivo de profesionales acreditados que buscará culminar las ambiciosas reformas de la economía y la administración andaluzas impulsadas con éxito en la pasada legislatura.

Si el nuevo gobierno logra hacer de Andalucía una comunidad con mejores resultados comparativos en materia de inflación, empleo y crecimiento económico que otras lideradas por el PSOE, el presidente nacional del PP podrá enarbolar un importante aval a las políticas populares de cara a las próximas elecciones generales.

Uno de los nombramientos más destacados ha sido el de Carolina España para sustituir a Juan Bravo al frente del área económica del gobierno. La cartera de Economía y Hacienda recae en manos de esta brillante diputada nacional de grandes aptitudes dialécticas. El presidente le da así peso político a esta consejería, ya de por sí el buque insignia su gobierno.

Antonio Sanz, elegido consejero de Presidencia, Interior y Diálogo Social, será otra de las piezas claves del nuevo ejecutivo. Sanz, hombre de Javier Arenas, será el encargado de cubrir el hueco que dejó Elías Bendodo tras su marcha a Génova. El que fuera número 2 de Bendodo es ahora el número 2 de Moreno.

El agraciado para ocupar la cartera de Justicia, Administración Local y Función Pública ha sido José Antonio Nieto. Nieto representa la cuota casadista del gobierno: Juanma Moreno dejó clara su intención de romper con la etapa de Pablo Casado, pero sin hacer sangre.

El temperamento conciliador del presidente se aprecia en la promoción de Nieto (Secretario de Estado de Seguridad en el gobierno de Mariano Rajoy), que tendrá un papel de primer orden como encargado de sacar adelante la nueva Ley de Función Pública. Una reforma prioritaria en el programa legislativo de Moreno Bonilla y su proyecto de simplificación burocrática y de saneamiento de la administración.

En términos generales, se trata de un gobierno continuista, muy en la línea de la política de "transición tranquila" del anterior mandato. En este sentido, es también destacable la confianza en Rocío Blanco para seguir al frente de la Consejería de Empleo. Con la conservación de esta 'cuota naranja', Moreno Bonilla vuelve a hacer patente su gratitud hacia su malogrado exsocio, Juan Marín. Y refleja también otra de las líneas políticas capilares del proyecto del presidente andaluz (y de Feijóo): gestión económica y administrativa por encima de ideologías.

Ensayo general de Feijóo

La gestión de este nuevo gabinete en el año y medio que resta hasta las próximas elecciones generales será la prueba del algodón de lo que podría hacer Feijóo si llegase a la presidencia del Gobierno.

Al fin y al cabo, sus proyectos políticos resultan casi indistinguibles. Una afinidad probada por el fichaje para el equipo directivo del PP de los que fueron los dos hombres fuertes de Juanma Moreno en la pasada legislatura, Bendodo y Bravo.

El primero dejó la consejería de la Presidencia para ejercer como coordinador general del PP. Y el segundo, titular saliente de Hacienda, fue requerido a Génova por Feijóo para ocuparse de la Vicesecretaría de Economía en la ejecutiva popular. En el Congreso de Sevilla que eligió a Feijóo, los corrillos ironizaban con el tinte andaluz que el presidente nacional le imprimió a su equipo: "El gallego ha venido a llevarse medio Gobierno, pero con dos le basta".

La clave de bóveda del nuevo gobierno andaluz será la elaboración de unos Presupuestos para 2023 que incluyan la reforma fiscal (que buscan aliviar la presión impositiva en 620 millones de euros) y el fomento de la creación de empleo, líneas maestras del proyecto morenista.

Si lo consigue, los españoles dispondrán de un escaparate de la gestión de la crisis que previsiblemente afectará a nuestra economía en el otoño-invierno. Feijóo es bien consciente de que la baronía andaluza es su mejor baza para convencer dentro de un año y medio al centro político de la fórmula Moreno Bonilla-Feijóo. Incluso más que la de Ayuso, que si bien en el plano económico comparte proyecto con ambos, se aleja de las formas templadas y cordiales con las que Feijóo y Moreno Bonilla han demostrado que se puede hacer oposición al socialismo de igual o mejor manera.

Si antes de las elecciones de 2023 el ejecutivo andaluz consigue demostrar que las rebajas fiscales y el impulso de la actividad empresarial ofrecen las mejores recetas para el crecimiento y el bienestar, el PP nacional podrá exhibir un proyecto alternativo que rivalice de forma creíble con el modelo sanchista de subidas de impuestos y gasto público disparado.