Este viernes Fernando Torres se ha retirado del fútbol profesional en Japón, y lo ha hecho defendiendo la camiseta del Sagan Tosu en un partido en el que se ha enfrentado a Andrés Iniesta y David Villa. Aunque Torres ya anunció su retirada en junio, su jubilación deja un gran vacío y simboliza el fin de una era, acaso la más gloriosa del fútbol español.

El niño de Fuenlabrada, el que con su solitario gol a Alemania en la final de la Eurocopa de 2008 abrió el camino del éxito para nuestra Selección, representa como pocos una noble concepción del deporte y de los mejores valores que debe encarnar el fútbol. 

Respeto

Como ha recordado este mismo viernes Andrés Iniesta en una emotiva carta, Torres ha sido clave para ese "viaje maravilloso" que ha vivido el equipo nacional. Pero Fernando José Torres Sanz también es un ídolo y todo un símbolo para la afición del Atlético de Madrid, donde retornó, ya maduro, después de ganarse el respeto y el cariño del fútbol inglés.

No es casualidad que junto al mítico himno del Liverpool, el You'll Never Walk Alone, en las gradas del estadio de Anfield aún se coree con pasión el Fernando Torres Liverpool's number nine

Lección

Más allá de un palmarés evidiable, coronado por el Mundial de Sudáfrica, por dos Eurocopas y por una Champions con el Chelsea, Torres deja un legado de señorío y pundonor en los terrenos de juego. Porque en la vida de Fernando Torres hay también un momento decisivo, que es su encuentro con Luis Aragonés como entrenador: precisamente cuando el Atlético de Madrid resucita y vuelve a la élite del fútbol español tras su paso por la Segunda División. Ambos, Aragonés y Torres, en el Atlético y luego en la Selección, fijarían desde entonces las bases de la era más laureada de nuestro balompié.

De aquella época dorada, ya sólo Sergio Ramos permanece en la primera fila competitiva. La retirada de Fernando Torres evoca indudablemente la nostalgia de aquella Selección invencible, de aquel equipo que probó que con la unión no hay sueño imposible para un país, como bien reconoció en su momento el jurado de los premios Príncipe de Asturias. Aquella fue toda una lección que nos dejó el fútbol.