El asesinato de más de 30 personas en dos tiroteos protagonizados por sendos jóvenes de menos de 25 años en Texas y Ohio, con una diferencia de solo unas horas, ha generado una lógica alarma en Estados Unidos. Los crímenes avivan la polémica sobre la laxa legislación que en materia de armas rige en el país. Pero también alertan contra una combinación explosiva: la de esa permisiva normativa y la proliferación de discursos de odio hacia determinados colectivos.

Y es que, en el caso de la matanza de Texas, su autor publicó un manifiesto en el que elogiaba a Donald Trump, y "sus esfuerzos por construir el muro de México contra la invasión de inmigrantes". Es más, recorrió mil kilómetros desde su casa en Dallas para actuar en El Paso, la ciudad fronteriza por antonomasia, donde el 85% de sus habitantes son hispanos.

Las minorías

Desde el Partido Demócrata, que está ahora inmerso en la preselección de candidatos para las elecciones presidenciales de 2020, se ha puesto a Trump en el punto de mira: "Es un racista y aviva el racismo en este país", "cambia el carácter de este país y lleva a la violencia", "el nacionalismo blanco es maléfico, y está inspirando a gente a cometer asesinatos", son algunas de las frases dirigidas en las últimas horas al presidente.

Habrá quien vea oportunismo en estas manifestaciones, pero lo cierto es que Trump ha llamado "violadores" y "criminales" a los migrantes mexicanos y está empleando una retórica muy agresiva contra minorías raciales o religiosas, como los negros y los musulmanes. Y lejos de intentar poner coto al uso de armas, las promociona, como cuando dijo que los profesores deberían estar instruidos en su uso y llevarlas a clase.

Grupos de odio

Además, los datos están ahí: según el Sothern Poverty Law Center, los grupos de odio en EEUU han crecido casi un 15% desde la llegada de Trump a la Casa Blanca: de 892 han pasado a 1.020, cifra récord desde principios de este siglo. En cuanto a tiroteos masivos, en 2019 se registraron 251, un 25% más que el año anterior.

En España, como en el resto de Europa, la legislación y el acceso a las armas es -afortunadamente- muy restrictivo, lo cual no fue óbice para que, en su día, líderes como Pablo Iglesias o Santiago Abascal se pronunciaran a favor del derecho a tenerlas. Ejemplos como los de EEUU demuestran que estaban en un error.