La llegada de Boris Johnson al Gobierno tras arrasar en las primarias del Partido Conservador sume al Reino Unido en una gran incertidumbre. La consagración de quien ha hecho del brexit duro su bandera política, ahonda la brecha entre los británicos, divididos entre los partidarios del brexit y los europeístas. Además, la compleja personalidad de Johnson, a quien ya se comprara con Donald Trump, genera gran inquietud.

Al nuevo premier hay que reconocerle la habilidad de mezclar medias verdades y mentiras, una práctica -la de la desinformación y las relaciones públicas- que ya desempeñó con provecho durante su etapa de corresponsal en Bruselas. El populismo nacionalista que mostró en la campaña del brexit le ha servido incluso para granjearse unos apoyos que pueden frenar las aspiraciones del eurófobo Nigel Farage.

Deuda

No son pocos los retos a los que ha de hacer frente Boris Johnson: el más evidente es el de conducir con pulso firme al Reino para abandonar la UE el próximo 31 de octubre. Las dimisiones en cascada que ha sufrido el Ejecutivo saliente de Theresa May dan prueba de lo enquistado del divorcio europeo, pero también de la habilidad negociadora por parte de la Unión que conviene ponderar. 

Y si Johnson, alcalde de los Juegos de Londres, ha cifrado su proyecto político en el brexit, sus consecuencias nefastas van a marcar su estancia en Downing Street. De entrada, está el asunto de la negociación de la famosa salvaguarda -frontera blanda- en Irlanda del Norte que mantendría al Reino Unido en una suerte de unión aduanera con el continente. Pero también está su negativa a abonar la deuda que Reino Unido tiene con la UE, cifrada en 50.000 millones de euros.

Populismo

Hay otro condicionante que afecta al corazón de la gobernabilidad en Reino Unido, sumido en una crisis de identidad. La popularidad de Boris Johson en el epicentro de la campiña inglesa contrasta con el recelo que despierta en lugares como Escocia, donde el SNP ha llegado a tacharlo de racista. 

El populismo ha llevado directamente a Johnson al número 10 de Downing Street. Está por ver si el carácter voluble e histriónico que ha demostrado hasta ahora se atempera. Por lo pronto, hereda una crisis con Irán en el Golfo Pérsico tras el apresamiento de un carguero británico que le pondrá a prueba. Después, ya tendremos tiempo de comprobar si el brexit duro que abandera se suaviza: en los términos en que lo ha planteado causará sufrimiento en la UE, pero seguramente más al otro lado del Canal de la Mancha. Hoy, su triunfo levanta nubarrones en las dos orillas.