Pedro Sánchez ha empezado a jugar al pin pon con Bruselas en una materia tan sensible como la economía. Más allá de las estrategias de cada cual en esta partida, lo que cabe pedir al Gobierno es que no ponga en riesgo el camino de la recuperación.  

Las discrepancias con la UE están sobre la mesa. El jueves, la ministra de Economía anunciaba que los Presupuestos para 2019 incumplirán los objetivos de déficit exigidos. El viernes por la mañana, el Ecofin daba su lista de recomendaciones a España, entre las que insistía en contener el déficit. Sólo unas horas después, Nadia Calviño daba a conocer un plan de ajuste más flexible del exigido, que permitirá al Gobierno recortar 2.900 millones de euros menos.

Otro gesto de Sánchez

Estamos ante un nuevo gesto político de Sánchez, que cambia de forma unilateral los acuerdos que había cerrado Rajoy con la UE. Así escenifica que llega con voz propia. Para este año, el Gobierno prevé ahora un déficit del 2,7% del PIB, cinco décimas más del 2,2% comprometido en su día; para 2019, el desfase será del 1,8% en lugar del 1,3%.

La ministra Calviño cuenta a su favor con que España ya podrá modificar unilateralmente su senda fiscal el próximo ejercicio, al haber bajado este año el déficit del 3%. Bruselas había venido ejerciendo hasta ahora la "vigilancia reforzada", lo que condicionaba la libertad de movimientos.

Medidas preocupantes

Sánchez debe ser consciente de que no puede jugarse la recuperación del país con medidas populistas. Y hay que tener presente Bruselas ha rebajado esta semana el crecimiento previsto para España; en sólo una décima, es cierto, pero es un aviso.

Lo inquietante es que la UE está marcando un rumbo que era coincidente con el del Gobierno y que, en estos momentos, el nuevo Ejecutivo da síntomas de querer cambiar. La realidad es que el gabinete de Sánchez anuncia medidas como la de ir a un mayor gasto social y a un aumento de la presión fiscal que resultan muy preocupantes.