A la espera de que la Fiscalía presente las querellas contra los ya ex miembros del Govern y la Mesa del Parlament, este lunes es un día clave para conocer si Carles Puigdemont puede seguir en libertad tras cometer el delito flagrante de declarar la independencia de Cataluña. La legislación es clara a la hora de establecer la prisión preventiva: está prevista cuando hay peligro de fuga, riesgo de destrucción de pruebas o reiteración del delito.

Puigdemont sigue jugando a la ambigüedad. Tras haber sido destituido en aplicación del artículo 155 de la Constitución, grabó el sábado un mensaje en la sede de la Generalitat en Gerona animando a los ciudadanos a realizar una "oposición democrática" al Estado. La televisión pública catalana, TV3, lo emitió otorgándole la condición de "presidente". Un día después, el domingo, Puigdemont felicitó al Girona por su victoria ante el Real Madrid desde una cuenta de Twitter en la que sigue figurando como presidente de la Generalitat.

¿Continúa la comisión del delito?

Si Puigdemont sigue por ese camino, si comete usurpación de funciones y, por tanto, se produce una continuación en la comisión del delito, nadie entendería que siguiera en libertad. Es cierto que al Gobierno no le gustaría que se produjera la imagen de su detención, porque daría alas al victimismo, pero no hacerlo sería aún peor, porque se trasladaría la idea de que la Justicia es un pitorreo.

Desde el Ejecutivo se quiere actuar con tacto, por eso a Puigdemont no se le ha retirado ni el coche oficial ni la escolta, como sí se ha hecho con quienes eran sus consejeros. Para actuar así se aducen "motivos de seguridad". Por otra parte la Fiscalía ha previsto actuar sólo contra los miembros de la Mesa del Parlament y no contra los diputados que votaron a favor de la independencia, como parecería razonable.

Delitos gravísimos, riesgo de disturbios

Estamos hablando de delitos gravísimos penados con hasta 15 años de cárcel -si el tipo penal es el de sedición- y de hasta 30, si se califican los hechos como rebelión. En estas circunstancias, la posibilidad de que se visualice que hay dos legitimidades es muy grave. Además, existe la posibilidad de que haya disturbios pues los círculos independentistas ya han amenazado con convertir esta semana en la "más bestia" contra el Estado.

Por todo ello, si Puigdemont se enroca, si permanece en sus trece, si continúa presentándose como lo que ya no es, presidente de la Generalitat, el Estado deberá actuar en consecuencia y sin titubeos. La cárcel será su único posible destino.