La declaración testifical de Mariano Rajoy en el juicio del ‘caso Gürtel primera época’, que se ha celebrado este miércoles en la Audiencia Nacional, es insostenible desde el más elemental sentido común. El presidente del Gobierno ha basado su comparecencia en presentar la gestión económica del PP como independiente de la política, y en subrayar que su responsabilidad como director de las campañas electorales del 1994 (europeas), 1995 (municipales), 1996 y del 2000 (generales) se limitó a la definición de estrategias, mensajes y programas.

Aceptar esta tesis resulta inverosímil. La gestión política de un partido va íntimamente ligada a la financiera; y más aún en periodos electorales, cuando la celebración de actos y la contratación de comunicación y publicidad dependen de los recursos económicos.

Una cosa es que los máximos responsables de un partido desconozcan la evolución de las partidas más prosáicas del gasto corriente; y otra muy distinta que, en las semanas decisivas para movilizar al electorado, el director de campaña -sobre el que recae en buena medida el resultado de los comicios- desconozca los medios de que dispone y no tenga ni voz ni voto sobre su acopio y distribución.

La carta de ‘El Bigotes’

Aceptar el argumento de Rajoy sería dar por bueno que su mano derecha desconocía lo que hacía la izquierda cuando más trascendentes podían ser sus decisiones para el futuro del partido. También supone obviar que fue precisamente a él a quien pidió cuentas por carta Álvaro Pérez El Bigotes -investigado en esta causa- por el coste de actos impagados organizados en Galicia.

En todos los partidos la acción política y la movilización de recursos son vasos comunicantes. Si Rajoy ha podido enrocarse en la falacia de que la gestión económica y política del PP son ámbitos estancos ha sido por la falta de precisión de los abogados de las acusaciones y, en especial, del letrado de la asociación ADADE, José Mariano Benítez de Lugo, que dejó escapar la oportunidad profesional de su vida con su dispersión.

Los 'papeles de Bárcenas'

Mención aparte merece el abogado de Luis Bárcenas, Joaquín Ruiz Infante, que en ocasiones parecía más preocupado por proteger a Rajoy que por hacer valer las versión de su cliente tal y como fue expuesta ante el juez Ruz. De hecho, no sólo ha estado al quite para protestar cada vez que alguien le interrogaba por los papeles de Bárcenas -en los que el presidente aparece como perceptor de sobresueldos-, sino que se ha negado tajantemente a que su defendido y Rajoy confronten sus versiones en un careo. Su actitud, en todo caso, es congruente con el giro dado por Luis Bárcenas, que -cada día que pasa es más evidente- decidió volver al redil del PP tras su paso por la cárcel.

El planteamiento básico del testigo Rajoy en esta comparecencia cae por su peso. No sólo no ha ayudado a esclarecer la trama Gürtel, como era su obligación, sino que ha esgrimido una falacia para salir del paso y eludir su obligación de colaborar con la justicia. A Rajoy no se le podrá perseguir por falso testimonio, pero todos los españoles saben que no ha dicho la verdad.