La prisión incondicional y sin fianza de Ángel María Villar debe llevar aparejada su cese inmediato como presidente de la Federación Española de Fútbol (RFEF). El organismo encargado de manejar el deporte rey y velar por su limpieza no puede arriesgarse a que los abusos de su máximo representante durante décadas terminen de embarrar su reputación.

La regeneración de la institución futbolística pasa por el repudio y expulsión de Villar y de todos sus compinches y cómplices de las organizaciones territoriales. La FIFA y la UEFA expulsarán a Villar y el Consejo Superior del Deporte ha reaccionado con rapidez al pedir su inhabilitación nada más hacerse público el auto de ingreso en la cárcel del juez de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz. El problema es que la decisión debe ser adoptada por el Tribunal Administrativo del Deporte, que lleva año y medio bloqueado por las recusaciones a la mitad de sus miembros del todavía presidente de la RFEF. 

Compra de voluntades

A expensas del desarrollo de la causa, el detalle de las tramas creadas por Villar para enriquecerse a costa de la RFEF, comprar voluntades y perpetuarse en el puesto deja poco margen de duda sobre su falta de escrúpulos y honradez. Además, explica por sí solo el temor de los mandatarios de algunas organizaciones territoriales a terminar cayendo con él conforme avance la investigación.

Hay muchos indicios que apuntan a que Ángel María Villar organizó los partidos internacionales de la Selección para enriquecer a las empresas de su hijo, el lobbysta y experto en derecho del deporte Gorka Villar. También de que convirtió la Federación de Fútbol en una “trama clientelar” bajo sus órdenes para beneficiarse.

Lenguaje mafioso

Las escuchas de la UCO no sólo son comprometedoras; también resultan muy bochornosas. El lenguaje mafioso empleado por los protagonistas de la trama, las componendas en la adjudicación de contratos millonarios y las presiones para imponer la voluntad del clan son constantes. Y, lo que es peor, hay demasiados datos que apuntan a que prácticamente todo el mundo del fútbol estaba al tanto de lo que pasaba.

Esta investigación debe servir de acicate para que la RFEF revise su reglamento y articule mecanismos de control y prevención de irregularidades, empezando por la limitación de mandatos de sus presidentes.