La victoria de Emmanuel Macron en las presidenciales francesas, además de librar a Francia del populismo ultranacionalista y a la UE de una implosión segura, facilita el rearme político y moral de una Europa necesitada de buenas noticias. Con su voto, los franceses repintan las marcas del camino, borrosas como consecuencia de la crisis: las reformas son la vía para salir de la tormenta, y no las enmiendas a la totalidad, vengan del extremo derecho o del izquierdo.  

Ahora bien, Macron tiene ahora una responsabilidad enorme en sus manos, porque si no es capaz de acertar con sus políticas y si no acomete una auténtica regeneración, dará argumentos a los salvapatrias que abogan por cerrar fronteras, expulsar a los inmigrantes y volver al viejo proteccionismo de los estados-nación. Y Marine Le Pen, con un resultado histórico de más de 10 millones de votos para el Frente Nacional, va a estar al acecho y anuncia nuevas batallas.

Las legislativas, clave

Hay razones para confiar en el próximo presidente de Francia -su juventud, su experiencia, su capacidad de liderazgo, su encanto personal-, pero también para albergar dudas. Macron es un experimento, en tanto en cuanto no hay, a excepción de Giscard d'Estaing, precedentes de un presidente de la República que alcanzara el poder como outsider, de espaldas a  los dos grandes partidos del país. Macron lo hace en unas circunstancias muy especiales y con casi diez años menos. 

Las elecciones legislativas francesas, dentro de un mes, serán decisivas para conocer qué grado de autonomía tendrá Macron a la hora de aplicar su programa. El resultado que pueda obtener es una incógnita, pues pese a la victoria de este domingo sus candidatos a la Asamblea Nacional son prácticamente desconocidos y carece de un partido fuerte y asentado en el territorio para respaldarlos. 

Un revulsivo para Francia

Macron debe certificar que es un revulsivo para Francia y que los problemas del país pueden encauzarse desde la moderación. Así conjurará de paso a los populistas y sus pócimas estrafalarias que sólo pueden conducir a Europa al abismo. Su ejemplo es un gran aliento para Ciudadanos, que encarna en España ese mismo centro y compromiso de regeneración democrática.

En sus primeras palabras tras el triunfo, Macron se ha comprometido a ser "el redescubrimiento de la esperanza". Por lo pronto, ha despejado el horizonte para Francia y para la UE de los nubarrones del extremismo, que no es poco.