La presentación y el recuento de avales en el PSOE permite afirmar ya que el primer partido de la oposición afronta un Congreso absolutamente abierto y sin un favorito claro. En teoría, la recogida de apoyos es un formalismo, a medio camino entre la orientación y la propaganda, con el que los aspirantes se sitúan en la parrilla de salida para disputar la carrera interna. En la práctica, Susana Díaz y Pedro Sánchez han gestionado el precalentamiento de las primarias como una auténtica primera vuelta en la que las posibilidades del tercero en discordia, Patxi López, parecen amortizadas.

La presidenta andaluza movilizó a los ex presidentes y a los principales barones para apabullar a su contrincante con un volumen de apoyos sin precedentes en unas primarias: 63.000. El problema para ella es que su enemigo íntimo, consciente de lo importante que puede resultar ganar la guerra psicológica a la hora de enfrentarse al aparato del partido, ha puesto toda la carne en el asador y ha registrado más de 57.000.

Insólita movilización

Si tenemos en cuenta que Patxi López ha contado con 12.000 avales, es indudable que el PSOE afronta el proceso de elecciones internas más importante de su historia, con una implicación de la militancia superior al 70%, lo que supone una movilización insólita, además de admirable tratándose de un partido en declive electoral.

El exsecretario general socialista no ha parado de afirmar durante las últimas semanas que “ganar en avales no es ganar en votos”. El mensaje era coherente con la dinámica habitual en los procesos de recogida de avales: al ser nominales no es infrecuente que haya militantes que prefieran no señalarse. Sin embargo, la demostración de fuerza de Sánchez ha desbaratado la estrategia de la presidenta andaluza.

Dudas disipadas

A lo largo de este jueves no han faltado las acusaciones cruzadas de fraude ante el temor de que unos u otros equipos hubieran falsificado apoyos en busca de duplicidades. La desconfianza resulta lamentablemente congruente con el espíritu de unas primarias en las que la división y enfrentamiento a cara de perro ha desplazado el debate de ideas y proyectos. Sin embargo, las dudas han quedado disipadas. 

A apenas dos semanas de que el PSOE dirima quién coge el timón, los partidarios de Sánchez se atribuyen la mayoría de apoyos en Asturias, Baleares, Cataluña, País Vasco y Comunidad Valenciana, mientras que Susana Díaz arrasaría en Andalucía, Aragón, Extremadura y Castilla-La Mancha. Sería tan absurdo dejarse llevar por las predicciones de unos y otros en función de los apoyos recabados como negar que el PSOE tiene por delante unas primarias de vértigo.