'Retrato de un hombre africano', de Jan Mostaert.
El último español blanco de la historia
Dice Alberto Garzón, ex ministro de Consumo, que "España es negra", lo que supongo que le convierte a él en un hispániker en su propio país.
Dice Alberto Garzón, ex ministro de Consumo, el mismo que posó en 2019 en su cocina junto a una Thermomix y vestido con un chándal de la Alemania comunista, que España "es un país negro".
Negro en el sentido de "africano". Lo que le convierte a él, supongo, en hispániker en su propio país.
"Recomiendo visitar mucho más Andalucía y leer todavía más historia de nuestro bonito y multicultural país" ha dicho Garzón en X, como si Sanlúcar de Barrameda fuera la Mogadiscio de Black Hawk derribado.
[Releyendo los párrafos anteriores uno toma conciencia del país sicalíptico que nos ha tocado en suerte: si estas son las élites políticas, ¿hasta dónde llega el océano de ignorancia de sus votantes?].
En su tuit, Garzón incluye la pintura Retrato de un hombre africano del pintor renacentista flamenco Jan Mostaert.
El cuadro es conocido por ser uno de los pocos retratos de la pintura clásica europea que representa a un africano, quizá un tal Christophle le More (Cristóbal el Moro), guardaespaldas del emperador Carlos V que sirvió en la corte de Bruselas.
Garzón debe de creer que Christophle le More era de Badajoz.
España sí fue (y es) negra.
— Alberto Garzón🔻 (@agarzon) November 28, 2025
El mensaje de abajo negándolo es radicalmente falso y denota un muy bajo conocimiento de la historia real (y no imaginada) de nuestro país.
Solo en el siglo XVIII había en Cádiz un 15% de esclavos, de los cuales el 80% eran negros (y el 11%… https://t.co/wQyBLAMkqx pic.twitter.com/FQuxoSt0JZ
La obviedad de que el retrato de Mostaert es un símbolo de poder imperial, precisamente por el exotismo del retratado, como quien pinta un tigre en la Grand Place de Bruselas, no le impide sin embargo al ex ministro intentar colar la excepción bruselense como la norma española.
Y si cuela, cuela.
Intenta convencernos Alberto Garzón de que España ha sido y es un país "negro", con una demografía a medio camino de la nigeriana y la camerunesa y una historia que nos emparenta directamente con nuestros supuestos hermanos africanos.
Para Garzón, Rodrigo Díaz de Vivar debía de ser un agente doble de Marrakech.
Así que si niegas la España "negra" es, según Garzón, porque a) eres racista, b) no has leído un libro nunca, c) no has viajado jamás a Andalucía, d) las tres anteriores juntas.
A Garzón, además, la España "negra" le parece "bonita y multicultural".
El hecho de que la España que a él le gusta sea sólo una telenovela de Netflix sin conexión alguna con la realidad histórica lo dice todo sobre el socialismo, esa ideología que aspira a gobernar países y ciudadanos que le disgustan con saña para transformarlos en algo completamente diferente y sin relación alguna con el original.
La España soñada de los socialistas es el amigo imaginario de los adultos. Sólo existe en su cabeza, pero se pasan el día jugando con ella. Y en su chaladura, el loco eres tú por no tragarte su fabulación.
Garzón pone además como ejemplo Andalucía.
Andalucía.
Nada más y nada menos que Andalucía, donde el cerdo es más sagrado que las vacas en la India, donde la Semana Santa la viven con veneración hasta los ateos y donde las bodegas, por poner un estúpido pero representativo ejemplo, se llaman Harveys, Burdon, Williams & Humbert, Croft, Osborne (por su fundador Thomas Osborne Mann) o González Byass (por Robert Blake Byass).
No Finos Mambwe, ni Vinos Adebayo ni Birritas Mutombo.
'Retrato de un hombre africano', de Jan Mostaert.
De hecho, en Andalucía hay más británicos, rumanos e italianos que marroquíes, lo cual tiene mérito en un país en el que viven, oficialmente, 1.300.000 marroquíes.
Habla también Garzón de los esclavos.
Si fuera por los esclavos que recalaron en el puerto de Cádiz en el siglo XVIII, la región más negra de España sería Cataluña, que fue en el siglo XIX el centro neurálgico del tráfico de esclavos procedentes, principalmente, de Cuba.
Pero Garzón se cuidará mucho de decirle a la alta burguesía catalana que Cataluña es negra.
Conste en acta que yo no descarto que Oriol Junqueras tenga sangre habanera y Carles Puigdemont, ADN camagüeyano. Pero afirmaciones extraordinarias requieren pruebas extraordinarias y no parece que el tuit de Garzón sea más que wishful thinking.
Porque si fuera por anécdotas elevadas a categoría, en Andalucía hay incluso un pueblo, Coria del Río, donde cientos de vecinos se apellidan Japón, herencia de una expedición japonesa que en el siglo XVII llegó a las costas andaluzas.
Pero nadie con dos dedos de frente dice hoy que los andaluces sean nipones, que la ceremonia del té sea un ritual típicamente andaluz, opacado y silenciado por el racismo secular de la fachosfera castellana, o que España "haya sido y sea japonesa".
El mito del ADN "norteafricano" es, en definitiva, sólo eso, un mito. Un mito alimentado por las cómicas teorías raciales de un chiflado con balcones a la calle, Blas Infante. El Sabino Arana andaluz.
Aunque en el pecado llevan la penitencia, los andaluces: todavía homenajean a Infante por ahí abajo teniendo mucho más a mano a Camarón, Diego Velázquez o Lorena G. Maldonado.
Lo cierto es que los ochocientos años de ocupación musulmana no dejaron mayor rastro genético entre los españoles porque la mezcla entre cristianos y árabes fue residual.
Y, de hecho, todos los estudios genéticos realizados hasta ahora demuestran que el rastro de ADN árabe en los españoles es como máximo del 5%, muy similar al de otros países europeos que no sufrieron la invasión islámica.
Cuentas hispanófobas e islámicas ignoran lo que tú ya sabes: el “gran ADN árabe” en los españoles es un bulo.
— Cris Bravo Bosch (@Cristi_latin) November 28, 2025
Hilo con datos, y razones para la Gran Mentira. pic.twitter.com/uokmljGXfE
Así que España no es ni ha sido jamás multicultural, de la misma forma que Ucrania no es multicultural por el hecho de haber sido invadida por Rusia.
Multicultural es Singapur, por motivos irreproducibles en España. Entre ellos, un Código Penal que se cumple a rajatabla en la sociedad con menor tasa de delitos del planeta, el mayor pegamento cultural jamás inventado por la humanidad. Así también soy yo multicultural.
Lo que Garzón llama "multiculturalidad", en fin, es inmigración, ocupación o expats. Pero nada más que eso.
Otra cosa es que esa inmigración llegue algún día a sustituir la actual cultura hegemónica en España por el peso de la demografía. Pero eso es algo muy diferente.
Yo no descarto que eso llegue a pasar algún día y de hecho nuestras declinantes tasas de natalidad, y el hecho de que entre Nación y Estado los españoles hayan escogido Estado, o sea feudalismo, servidumbre y limosna, indican que no tardará demasiado en ocurrir.
Pero si la fantasía de Garzón es convertirse en exótico en su propio país y que algún día le pinten un cuadro titulado Retrato de un hombre español, no le digo yo que no lo vaya a conseguir en pocas décadas.
Por ahora, Garzón sigue siendo un europeo caucásico en un país que ha sido siempre europeo y caucásico.
Lo que sea mañana es otra cosa. Ahí, ancha es Castilla. Y mucho más África.