Zohran Mamdani, alcalde de Nueva York, asiste a una rueda de prensa en el distrito de Queens. Reuters
Mamdani, la Filarmónica de Israel y #TodosLosOjosSobreSudán
Me encantaría que los indignados de buena fe, engañados por la propaganda antisemita, se preocupen, por ejemplo, del genocidio en curso entre los uigures de China.
Advertí, antes de las elecciones a la alcaldía de Nueva York, sobre el riesgo de ver a Zohran Mamdani ganar.
Y entonces expliqué que el problema obviamente no era que el joven candidato fuese "progresista" o "socialista", sino más bien antisemita. "¿Ah, sí?" reaccionaron muchos comentaristas. ¿Qué "elementos"? ¿Qué "pruebas"? ¿Y qué es esta manía de ver "antisemitismo por todas partes"?
"Bueno", repito. Y preciso.
Un hombre cuya primera reacción, después del 7 de octubre, fue pedir (X, 8 de octubre de 2023) "el fin de la ocupación" y "el desmantelamiento del apartheid" no es exactamente un amigo de los judíos.
Un activista que se rehúsa (entrevista con Tim Miller, The Bulwark, 17 de junio de 2025) a condenar el proyecto de "mundializar la Intifada" (es decir, si las palabras tienen sentido, matar, en todas partes, al máximo número de judíos y, en particular, de sionistas) es, en el mejor de los casos, un irresponsable y, en el peor, un abogado del terrorismo.
Y un orador que, finalmente, fue capaz (gran conferencia ante los Democratic Socialists of America, agosto de 2023) de decir que "la bota de la policía neoyorquina que aplasta el cuello" de un manifestante fue "atada por el ejército israelí" es un antisemita puro reciclando los clichés más rancios sobre los judíos amos del mundo.
El demócrata Zohran Mamdani saluda en el escenario tras ganar las elecciones a la alcaldía de Nueva York durante un mitin electoral en Brooklyn, Nueva York, el pasado 4 de noviembre. Reuters
Aquí están los tres hechos. Tres citas precisas y documentadas. Hacer muecas después de eso, hacer el escéptico y la tarántula nietzscheana repitiendo, como un disco rayado, "¡las pruebas! ¡queremos pruebas!" no demuestra sino una cosa: se ha perdido todo punto de referencia, todo sentido moral, toda brújula.
Tengamos cuidado. La Historia nunca repite los platos, pero siempre rumiará las viejas vergüenzas.
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Lo mismo en París. La Orquesta Filarmónica de Israel nos hace el honor de venir a la Filarmónica.
En esta orquesta (¿hay que precisarlo?) tocan judíos, drusos, árabes. Y su director musical, Lahav Shani, es un adversario declarado de Netanyahu y una voz de paz en Israel.
¡No importa! Las bandas proHamás, los fanáticos del boicot y, sobre todo, la CGT Spectacle, piden la cancelación del evento.
Y un puñado de imbéciles, tomándolos en serio, se levantan después del inicio del concierto, gritan genocidio, lanzan panfletos, encienden bengalas y provocan no sólo un movimiento de pánico, sino un principio de incendio.
Des militants pro-palestiniens cagoulés cornaqués par @cgt_spectacle ont perturbé ce soir le concert de l'Orchestre philharmonique d'Israël à la @philharmonie de Paris en allumant des fumigènes mettant ainsi en danger le public. Le concert a pu reprendre après l’intervention de… pic.twitter.com/DVqEpv20t2
— Haziza Frédéric (@frhaz) November 6, 2025
¿Cómo reaccionan entonces los amigos franceses del Sr. Mamdani? ¿Qué dicen los responsables insumisos frente a unos tontos que creen manifestarse por la justicia interrumpiendo una orquesta de paz?
Mélenchon explica que no se "puede impedir que la gente exprese su protesta contra un genocidio".
Thomas Portes "aplaude los enfrentamientos" y llama a "multiplicar las acciones".
Otros, de menor envergadura, aportan su "apoyo total" a estas conciencias sin alma que ignoran todo sobre la causa que pretenden defender.
La pregunta es: ¿Qué le hará falta a esta gente para comenzar a rebelarse contra la lepra que avanza? ¿Un linchamiento? ¿Un 7 de octubre francés? ¿Un nuevo 13 de noviembre?
Esto no es un incidente. Es una advertencia.
Y es absolutamente necesario escucharla antes de que el fuego que ha ardido lentamente en una de las más hermosas salas de música de Europa realmente incendie los espíritus.
Así comienzan los grandes incendios. Por un pequeño fuego mal apagado, por un abandono más, por una cobardía más.
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Para el judío universalista que soy, los gritos de estos pretendidos insumisos, la instrumentalización que hacen de la causa palestina y su antisemitismo cada vez más desenfrenado tienen otra consecuencia: toda una parte de la juventud, en Estados Unidos, en Francia, en otros lugares, quedó sorda y ciega a las otras guerras y miserias que devastan el planeta.
Lo he dicho, pero lo repito hoy, cuando un frágil cese de fuego parece imponerse en Gaza.
Me encantaría que los indignados de buena fe, engañados por esta propaganda, se preocupen, por ejemplo, del genocidio en curso entre los uigures de China.
Me parecería hermoso que dedicaran aunque fuera una porción de su ira a estos auténticos agujeros negros, olvidados por el resto del mundo, que son las guerras de África.
Y qué mejor sería el mundo si finalmente nos percatáramos del desastre humanitario, del hambre organizada y, también aquí, como con los uigures, de las auténticas maniobras genocidas de las que un país como Sudán es teatro.
Desplazados por la guerra en Tawila, Darfur Norte, Sudán. Reuters
He documentado esta abominación durante un cuarto de siglo.
He hecho, con otros, reportajes de campo en Jartum, en Port Sudán, en Darfur y pienso volver a hacerlo.
Pero ¿por qué estamos tan solos? ¿Por qué gritamos en el desierto?
¿Y qué impide a quienes, en los campus, gritan durante todo el día #AllEyesOnGaza ("todos los ojos sobre Gaza"), gritar también #TodosLosOjosSobreSudán ("todos los ojos sobre Sudán")?
Quizás el terrible adagio si no hay judíos no hay noticia.
Quizás la idea siniestra de que, si no se puede incriminar a los judíos, una catástrofe no tiene interés.
No quiero creerlo.