Palestinos cargan con suministros de ayuda de la Fundación Humanitaria para Gaza, respaldada por Estados Unidos.

Palestinos cargan con suministros de ayuda de la Fundación Humanitaria para Gaza, respaldada por Estados Unidos. Hatem Khaled Reuters

Columnas BLOC DE NOTES

Las tres mentiras de Hamás y sus compañeros de viaje

Israel no utiliza el hambre como "arma de guerra" en Gaza. Para comprobarlo basta no sólo con escuchar, sino con ver.

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Una estupidez puede repetirse mañana y noche.

Transmitida por altas autoridades internacionales.

Validada por respetables ONG, entre las cuales Acción contra el Hambre, que contribuí a fundar. Retomada, "con el corazón roto", por uno de mis amigos, David Grossman, quien, en compañía de Salman Rushdie, Amos Oz, Susan Sontag y otros, ha formado parte de la revista La Règle du Jeu, que he impulsado durante treinta años en todas las batallas por la libertad.

Sin embargo, no deja de ser una estupidez.

Tres ejemplos.

Israel no "reocupa" Gaza

Algunos lo han soñado. Dos ministros del gobierno de Netanyahu han dicho, sin vergüenza, que lo sueñan más que nunca.

Pero no es la estrategia del ejército israelí. No es la posición del Gobierno israelí. No es, hasta nuevo aviso, lo que dice el primer ministro israelí.

Se aprecie o no a este último, se desee o no su dimisión, lo mínimo es escucharlo. Y, si se lo escucha, por ejemplo en Fox News el 7 de agosto, dice exactamente esto: "Quiero que el Tsahal, para expulsar definitivamente a Hamás, tome el control de Gaza. Pero sin administrarla y pasando, lo antes posible, el relevo a un gobierno civil".

Y añade: "No queremos conservar Gaza, no queremos gobernar Gaza".

Un tanque Merkava de Israel en la Franja de Gaza.

Un tanque Merkava de Israel en la Franja de Gaza. Amir Cohen Reuters

¿Cómo ser más claro? ¿Cómo decir mejor que sus objetivos de guerra no contradicen los de Ariel Sharon al abandonar, en 2005, el enclave palestino?

Se puede estar horrorizado por esta guerra. Encontrar que produce, tanto de un lado como del otro, víctimas en número excesivo. Preguntarse si se hace todo, realmente todo, para traer de vuelta a los rehenes. No se puede decir cualquier cosa. No se puede repetir, ad nauseam, en un tono de "¡Yo acuso!" perpetuo: "Israel ocupa Gaza. Israel es la potencia ocupante en Gaza".

Israel no "mata de hambre" a Gaza

Israel no utiliza el hambre como "arma de guerra" en Gaza.

Basta, aquí, no sólo con escuchar, sino con ver.

Basta con mirar los cientos de camiones que han pasado los controles y de los que los israelíes se han asegurado de que no transporten también armas. Estos camiones no esperan en los puestos fronterizos. Esperan del otro lado de la frontera.

Se encuentran, con sus cargamentos de víveres y medicamentos, en territorio palestino.

Y, a partir de entonces, ¿qué sucede?

Durante un tiempo, los organismos de las Naciones Unidas, encargados de la distribución de la ayuda, no pudieron impedir que fuera saqueada por Hamás o por bandas ligadas a él. Luego, Israel, con Estados Unidos, organizó la Gaza Humanitarian Foundation, mal concebida, mal pensada, de la que los organismos de la ONU dijeron: "No, gracias, los hambrientos pueden esperar, no comemos de este pan, no colaboramos con esa gente".

Luego, Israel rectificó: "De acuerdo, trabajemos con los organismos oficiales, siempre que se aseguren de que no haya, entre ellos, trabajadores humanitarios que también sean activistas de Hamás".

A ello, los organismos aceptados por la ONU respondieron: "¡Ah, no! Ahora somos nosotros los que no queremos; hay guerra en Gaza; las rutas son peligrosas".

De acuerdo, respondió de nuevo Israel, abriremos, de 10:00 a 20:00 horas, todos los días, corredores humanitarios en las zonas, en particular, de Al-Mawasi, Deir al-Balah, Ciudad de Gaza".

Y, entonces, los organismos oficiales dijeron: "Eso todavía no es suficiente, también queremos ser protegidos, acompañados por convoyes militares de los que no estamos muy seguros, al mismo tiempo, de realmente quererlos, porque son generadores de hambre".

¿A quién, honestamente, hay que incriminar por este fracaso trágico?

¿Y quién podrá romper este círculo de la mala fe en el que la población civil, como de costumbre, paga todos los platos rotos?

No hay genocidio en Gaza

Hay pirámides de muertos. Niños segados en la flor de su edad. Y no hay presión suficiente, sobre Hamás y sus padrinos, para que se detenga esta guerra atroz.

Pero las palabras tienen un sentido. Quien dice "genocidio" dice "plan". Iniciativa concertada, dirigida, de destrucción de un pueblo porque es ese pueblo.

Pues bien, una vez más, no es lo que hace el ejército israelí. Tal vez haga mal lo que hace. ¿Y quién, francamente, lo haría mejor en una guerra asimétrica donde el objetivo del enemigo es, no proteger a su pueblo, sino exponerlo?

Un soldado israelí durante la ofensiva para tomar Ciudad de Gaza.

Un soldado israelí durante la ofensiva para tomar Ciudad de Gaza.

¿No minimizar sus muertos, sino maximizarlos para que cada mártir sea un trofeo y una razón para continuar un combate cuyo resultado debe ser, no un Estado para los palestinos, sino ningún Estado en absoluto para los israelíes?

Un ejército genocida no tarda dos años en ganar una guerra en un territorio del tamaño de un cantón suizo. Un ejército genocida no envía SMS antes de disparar y no facilita el paso de aquellos que intentan escapar de los tiros.

Un ejército genocida no exfiltra, cada mes, a cientos de niños palestinos, afectados por enfermedades raras o cáncer, hacia los hospitales de Abu Dhabi, en el marco de un puente sanitario establecido, inmediatamente después del 7 de octubre, con los Emiratos Árabes Unidos.

Hablar de genocidio en Gaza es una ofensa al sentido común, una maniobra destinada a demonizar a Israel. Un insulto a las víctimas de los genocidios de ayer y de hoy.