Una imagen del apagón en España.

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El día que España compró de nuevo pilas y radios, el Gobierno les informó por X

Dice Sánchez que el mayor problema del apagón no han sido los enfermos, los ancianos, los atrapados en los trenes o los aislados. No. El principal problema han sido los bulos. Eso dice. 

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Hasta a Zelenski le hemos dado pena. El presidente de un país en guerra se ha ofrecido a colaborar en la gestión de nuestro apagón. Es el equivalente en relaciones internacionales a un “trae aquí que ya lo hago yo”.

“Nuestros expertos están listos para ayudar”, ha dicho Zelenski.

Que esperen. Nosotros todavía estamos decidiendo quiénes son los nuestros.

No sabe Zelenski que el mayor problema del apagón no han sido los enfermos, los ancianos, los atrapados en los trenes o los aislados. No.

El principal problema del apagón han sido los bulos y la desinformación. La siempre presente amenaza de las fake news que le permite al Gobierno redirigir todas las miradas hacia sí mismo: “Mírame a mí y sólo a mí”.

Estoy de acuerdo: en un momento de crisis, la información marca la diferencia entre el caos y el orden.

Pero entonces hay que contar las cosas. Hay que decir que no se sabe lo que no se sabe. Que se descarta lo que se puede descartar. Y hay que hablar con un lenguaje que entienda todo el mundo.

No me cuentes qué porcentaje de Extremadura ha recuperado el suministro. Explícame por qué Extremadura va antes que yo. Cuál es el criterio. Dónde ha estado el fallo.

Cuéntame por qué ocho horas después de la crisis no tienes más respuestas que las que tenías a las dos horas.

No me grites que te tengo que escuchar sólo a ti para luego ofrecer solo silencio.

Mira… ya que estamos, no me grites nunca.

Ya que les gusta tanto informar en porcentajes, me gustaría saber qué proporción de la población española ha comprendido de verdad qué quería decir que han desaparecido 15 GW de electricidad.

Pero, ¿cómo que se han esfumado? ¿Dónde los han puesto? ¿Quién fue el último en verlos?

¿A que viene Zelenski y los encuentra?

Y ya que estamos tan interesados en la información de calidad, que alguien explique por qué mientras los ciudadanos se lanzaban a comprar radios con pilas, los responsables políticos comunicaban a través de X.

Habría estado bien amortizar la financiación de los medios públicos haciendo que alguien con autoridad y que supiera de lo que habla (supongo que esta era la parte difícil) se conectara cada dos horas a la radio nacional para actualizar sobre lo ocurrido.

¿Era tan complicado?

Si podían tuitear, podían entrar en antena, digo yo.

Nuestro presidente ha salido a decir que "los operadores esperan que se restablezca el suministro a medida que vuelva la electricidad". Porque decir “cuando usted vea que la luz se enciende, es que ha vuelto la luz” era demasiado poco elegante.

Pero el problema iban a ser los vídeos conspiranoicos de Telegram.

Lo harán todo a su manera. Habrá unas ayudas para los afectados por el apagón, no lo dudo. Unas ayudas a las que se accederá por una plataforma digital imposible, con unos requisitos imposibles y que será imposible que lleguen a nadie que lo necesite de verdad.

Se usarán las cifras para presumir de la gestión, como se hace con el salario mínimo vital: “Este es el número de pobres de nuestro país y este el número de víctimas de una crisis que no supimos gestionar”.

Burocratizarán la queja de la crisis. Ahora gritan “escúchame sólo a mí” para luego no decir nada. Más tarde dirán “si vienen a protestar, pónganse en esta fila y háganlo de manera ordenada, rellenen los formularios y les contestaremos entre tres y cinco días laborables después”.

Y les aplaudiremos en los balcones por ello. Y olvidaremos que se hizo de noche sin que supiéramos qué había pasado. Y aprobaremos más medidas para limitar la desinformación porque “los bulos matan”. Y se nos olvidará preguntar dónde estaba la información que salvaba la vida.

Y encima nos dirán que a ver si para la próxima nos ocupamos de tener listo nuestro kit de supervivencia.