
Volodímir Zelenski, Antonio Costa y Ursula von der Leyen, hoy, en la cumbre especial de líderes de la Unión Europea.
Es hora de que Estados Unidos deje de ser 'el policía' del mundo
¿Qué quiere la UE? ¿Que Estados Unidos siga siendo el 'policía' del mundo? ¿O una Europa independiente y segura?
Muchos estadounidenses, especialmente los que se oponen a Donald Trump, se están mudando al extranjero, y muchos están aterrizando aquí, en España.
Como estadounidense que ha tenido la suerte de vivir en España desde 1998, sé de primera mano que nunca puedes dejar atrás tu americanidad. La condición de extranjero siempre está a la vista, por muy bien que te hayas adaptado. Así que muy a menudo es el centro de la conversación.
Te conviertes en el portavoz de facto de los Estados Unidos, recibiendo elogios y críticas por igual.

Donald Trump durante su discurso del martes en el Congreso de Estados Unidos. Reuters
La queja más común que he oído a lo largo de los años es la de que no le corresponde a Estados Unidos ser el 'policía' del mundo.
Estoy de acuerdo.
También creo que el orden mundial liberal posterior a la Segunda Guerra Mundial que Estados Unidos construyó junto a Europa ha traído un periodo de relativa paz y prosperidad que todos deberíamos apreciar.
No ha sido un logro pequeño en un mundo en el que la cooperación transnacional es a menudo sólo un deseo.
Es increíble que Trump piense que el orden mundial liberal ha sido de alguna manera un lastre para Estados Unidos, al igual que piensa que "la UE se creó para joder a Estados Unidos". El orden mundial liberal siempre ha servido ante todo a los intereses de Estados Unidos, y por eso es alucinante que Trump quiera destrozarlo.
Pero aquí es donde Trump no se equivoca del todo. Han pasado ochenta años desde el final de la Segunda Guerra Mundial y Estados Unidos sigue siendo el 'policía' del mundo.
Y, sobre todo, sigue defendiendo a Europa.
Claro, en los primeros años esto se hacía en nombre del interés estadounidense.
Pero, con el paso del tiempo, muchos estadounidenses (tanto de derechas como de izquierdas) se rascan la cabeza y se preguntan: ¿por qué demonios gasta Estados Unidos dinero en defender una región rica del mundo?
Los estadounidenses fantasean con visitar los países europeos y los envidian por su sanidad universal y sus trenes de alta velocidad.
Aquí en Europa la gran pregunta es: ¿por qué demonios los líderes europeos han dado tanto poder a Estados Unidos permitiéndole seguir desempeñando ese papel?
Esta inacción ha provocado el revuelo de esta semana, cuando el mundo vio a Trump tratar a Zelenski en el Despacho Oval como si fuese el jefe de un clan mafioso.
La escena fue espeluznante y los líderes europeos parecieron comprender por fin la gravedad de los llamamientos de Trump para que asuman su propia defensa.
He preguntado a mi colega Michele Testoni, profesor de Relaciones Internacionales en la IE University, y me ha asegurado que "la cuestión del reparto de cargas con la OTAN es tan antigua como la propia OTAN".
De hecho, todos los presidentes estadounidenses, remontándose hasta Dwight Eisenhower, han instado a compartir la carga de la OTAN.
Ya en 1953, apenas cuatro años después de la fundación de la OTAN, Eisenhower advirtió a los aliados europeos que "el pozo estadounidense puede secarse". Este llamamiento no sólo provino de los republicanos 'halcones' como Nixon, Reagan y Bush I y II, sino también de los demócratas "más amistosos": Kennedy, Carter y Clinton.
Obama, muy querido por los líderes europeos, les rogó que avanzaran hacia el objetivo de gasto para 2024 que se había fijado en 2014.
Pero a esos líderes europeos les interesaba más hacerse fotos con Obama.
El propio Obama ya les había dado un toque de atención para que se centraran en la defensa cuando anunció en 2011 que el enfoque de política exterior estadounidense "pivotaría hacia Asia".
Esto tenía mucho sentido, dados los retos económicos y de seguridad en la región.
Muchos europeos cuestionaron el compromiso continuado de Estados Unidos con la relación transatlántica y la OTAN, pero esto no provocó ningún gran movimiento hacia un mayor gasto en defensa.

Mark Rutte y Pete Hegseth bromean durante su encuentro en Bruselas. Reuters
Durante el primer mandato de Trump escribí que algo positivo que podría salir de su presidencia es una Europa más unificada en torno a la seguridad y la defensa.
Esto fue en 2017, cuando Trump había dicho que podría no apoyar el artículo 5 del tratado de la OTAN. Hace ocho años, esto era algo impensable para un presidente estadounidense, y algo que amenazaba profundamente la seguridad europea.
Una vez más, hubo mucho ruido, pero pocas nueces al respecto.
Y aquí estamos, en una crisis que se veía venir.
¿Por qué los líderes de la UE no han hecho su trabajo para garantizar la defensa de la región? Testoni me recordó que "el gasto militar es culturalmente muy impopular".
La narrativa más típica respecto a la falta de gasto europeo en defensa es que a los ciudadanos europeos no les gusta. Preferirían que sus impuestos se gastaran en programas sociales como educación y sanidad.
También está la Segunda Guerra Mundial en el retrovisor y, hasta que estalló la guerra en Ucrania, la sensación de que sobre Europa no pendían grandes amenazas.
Por último, la coordinación de la UE es fundamental. Pero es mucho más fácil decirlo que hacerlo, ya que los Estados miembros tienen distintas prioridades en materia de defensa, y dado que también existen restricciones fiscales en la UE.
Es difícil, pero si los países e instituciones democráticos no logran hacer el trabajo difícil, le dan un argumento antidemocrático bastante bueno a quienes prefieren el autoritarismo.
Entonces, ¿qué quieres? ¿Que Estados Unidos siga siendo el 'policía' del mundo? ¿O una Europa independiente y segura?
A medida que avancemos, será importante recordar que el gasto militar suele tener más que ver con la disuasión que con la guerra. Además, debe ir acompañado de la creación de industrias de defensa locales para que el dinero pueda gastarse aquí, en España y en Europa.
Y lo que es más importante: el objetivo final es que Europa no dependa de los caprichos de los votantes y los dirigentes estadounidenses.