La reducción de la jornada laboral ha devuelto a primera línea a Yolanda Díaz.

La aprobación en Consejo de ministros del anteproyecto de ley para modificar la jornada ordinaria de cuarenta horas establecida en el Estatuto de los Trabajadores ha supuesto un golpe de efecto de la muy desaparecida vicepresidenta segunda de Pedro Sánchez.

Su 'cuerpo a Cuerpo' se ha saldado con la victoria de la gallega renacida, por mucho que sea dudoso que esa reforma llegue a entrar en vigor dada la debilidad de un gobierno que encadena fracasos parlamentarios. Todo sigue dependiendo de Carles Puigdemont.

La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz y el ministro de Economía, Carlos Cuerpo.

La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz y el ministro de Economía, Carlos Cuerpo. Europa Press

Porque, visto el despliegue de carantoñas reforzadas al fugado, parece que lo de atraer al PP no tiene muchos visos de forjado.

No, todavía nadie va a trabajar media hora menos. Nada ha cambiado en la regulación vigente. No hay "jornada histórica" que valga, por mucho que Yolanda Díaz desplegara ayer martes su más característico estilo declaratorio, excesivo y naif.

Su descripción de cómo se resuelven "con amor" las diferencias políticas dentro de este gobierno de coalición, con la cara de poema del ministro de Economía resignado a la enésima cesión, era apenas la vuelta con fanfarrias al yolandismo.

Nada fuera de lo esperable… salvo su bien definida invocación a una política europea de defensa propia, desvinculada de un incremento de presupuesto que no apoya.

Pero el elaborado ejercicio de reconfiguración política que ha desplegado Yolanda Díaz en su larga entrevista hoy con Carlos Alsina merece mucha atención.

La razón de oportunidad era, claro está, incidir en el logro de la reducción de jornada, su impacto y el proceso de negociación que conllevará su aprobación.

A partir de la construcción de ese marco favorable, la vicepresidenta resurgida ha sembrado la conversación de titulares con carga de profundidad. Los más llamativos, su reconocimiento explícto de que Junts es de derechas, que hay neoliberales dentro del gobierno de coalición y que no sabe si se presentará en 2027.

Y, por supuesto, lo que a mi juicio es más relevante: su rechazo a subir el gasto militar hasta el 2%, tal y como ha comprometido Sánchez, y el reto a votarlo en el Congreso 

¿Qué lectura hay detrás?

Yolanda Díaz se ha estado preparando a fondo en estos últimos meses. Sabe que su auto(re)construcción tiene el margen que le da su responsabilidad de gobierno, y que eso significa un plazo de entre seis meses y un año.

Díaz va a jugar la baza Puigdemont con inteligencia y cuidado, maximizando el valor ("converso con él con frecuencia") de su relación personal. Recuerden cómo lo visitó y abrazó en Waterloo, la primera y la más entusiasta.

El período que se abre para tramitar la reducción de jornada es importante en términos de negociación de su apoyo, pero abre la puerta al PP, y marca una posición inédita hasta ahora: no tiene ninguna duda de que Junts es de derechas y de que representa a un sector económico muy concreto, pero ella no es "independentista".

Sobre el gobierno de coalición, Díaz ha recalcado la frecuencia y dimensión de las discusiones que ha mantenido internamente para sacar adelante diversas normas.

Díaz marca un perfil propio de coherencia/firmeza individual frente a las marcadas disensiones dentro del sector socialista, y no tiene "ninguna duda" de que hay neoliberales dentro del gobierno.

Tampoco pierde la oportunidad de repetir, con cierta sorna, cómo esas diferencias se resuelven "con amor y paciencia"

Acerca de su futuro en Sumar, ni afirma ni desmiente. Pero ha recomendado al Movimiento que fundó que "se redefina y dé esperanza a la ciudadanía progresista", reafirmado su alejamiento tajante de cualquier responsabilidad orgánica y destacada su valía para "el diseño de políticas públicas".

Más claro, agua. 

Y, por último, y, desde mi punto de vista, esencial.

En este momento, Yolanda Díaz defiende que Europa no tiene que aumentar el presupuesto militar, sino redefinir su política y construir un proyecto europeo de Defensa que vaya a la ofensiva y tenga relaciones propias.

Díaz ha retado a que sea el Congreso quien debata el incremento del gasto en Defensa hasta el 2%, como acaba de acordar Sánchez con la OTAN, pero que ella rechaza con un argumento ciertamente yolandista: España no puede pasar del 1,2% al 2% anual de gasto en defensa salvo que se dedique a comprar armamento militar a Estados Unidos porque "una estrategia política basada en lo militar no hace más que alimentar a la extrema derecha en el mundo".

"Ahí nos encontraremos, presidente", parecía murmurar entre dientes la vicepresidenta.

"¿Es posible vivir en un mundo en paz? Sí lo es. ¿Es posible erradicar la pobreza? Sí lo es. ¿Es posible transitar hacia propuestas políticas que reduzcan la desigualdad? Sí lo es".

Es Yolanda Díaz entrenada y aumentada. Como la IA.

A mí todo esto no me suena a seguir en política activa, y mucho menos a liderar Sumar, destinado a disolverse en, o a articularse dócilmente, en torno al PSOE para asegurar el espectro de voto de izquierdas abierto incluso a realojar puntuales restos de Podemos.

Pronto veremos que la concreción de ese liderazgo impostado está en marcha y acordado con la Moncloa, y que no tiene nombre de mujer. 

Yo diría que ha quedado meridianamente claro. Yolanda Díaz está en proceso de revalorización pública, se está reubicando desde ya en la órbita de organismos multilaterales y quién sabe si cerca de su idolatrado papa Francisco.

Isabel Celáa cumple pronto su tercer año como embajadora ante la Santa Sede, y ya saben que el ministro Albares tiene el gatillo fácil y obedece como nadie al patrón.