En lo que termina la legislatura, búsquese algo que hacer. Vaya a clases de italiano, ponga un caldo al fuego, pode los rosales, corteje a una mujer. Hay cosas más urgentes que sentarse a ver cómo pasa esta legislatura y la vida, "cómo se viene la muerte".
A estas alturas cualquiera podría pensar que todo se precipita. Que el presidente no llegará a la próxima semana en Moncloa. Que sin apoyos parlamentarios, sin ser capaz de aprobar incluso las medidas menos polémicas, de qué vale aferrarse al poder.
El presidente Pedro Sánchez, este domingo en el Congreso del PSOE de Canarias. Efe
Pero hace tiempo que en la política patria no impera el pensamiento lógico. Por eso, empiece a nadar o a aprender a declinar: tal vez para cuando quiera acabar la legislatura haya adquirido suficiente conocimiento como para optar a una cátedra en la Universidad de Cambridge.
Los lunes parece que este Gobierno va a durar cien años, y los martes que el miércoles convocará elecciones. Y lo haría el presidente –lo de gobernar cien años o convocar mañana indistintamente–, si no tuviera imputada a la mujer, al hermano y al fiscal general, que también es familia, pero política.
De qué sirve un Gobierno que no puede gobernar, adalides de la democracia y del real decreto. Sirve, por si alguien se lo preguntaba, para tomar Telefónica, por ejemplo. Para saldar todas aquellas facturas que, sin sufragarlo con el erario, no podrían pagar. Su ego extiende cheques todas las mañanas.
Y el Congreso de los Diputados es un circo al que le crecen los enanos, con tres pistas. Y lo mismo se encuentra uno a un funambulista llamado Albares, que al primer partido político invisible de la historia, que cuando se deja ver, resulta que se llama Sumar.
Así esta España y Pedro Sánchez domándose a sí mismo. El ridículo de Óscar López diciendo que gobiernan "sin mayoría parlamentaria, en todo caso". Como si aquello de "un hombre, un voto" no fuese con ellos. La democracia ahora resulta que es "la mayoría social".
El problema de los finales es que a todos les sobran el último mes, las últimas palabras o incluso el último año, pero esto nunca se entiende hasta que se mira tiempo después. El ridículo de reconciliarse y divorciarse otra vez como hacen el PSOE y Junts cada semana empieza a ser una telenovela con cargo a los Presupuestos Generales del Estado.
La vida es lo que ocurre en lo que se acaba esta legislatura, que podría ser eterna. En lo que averiguamos quién desea menos unas elecciones: si Sánchez o Feijóo.
Y es que el PSOE lo tiene difícil, pero jodido lo tiene el PP. Después de todo lo que está perpetrando el Gobierno, sería como para cerrar el partido y demoler Génova si no consiguen gobernar.