Al principio fueron los okupas, plaga bíblica, a la que había que proteger.

Después, los ladrones, a los que convenía darles las joyas, el perro y hasta la mujer, si le pillaban dentro de casa y le encañonaban con un arma. Porque el que acababa en la cárcel si se defendía era usted.

La ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra, este jueves en el Congreso.

La ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra, este jueves en el Congreso. Fernando Villar EFE

Y ahora, los animales. Ione Belarra, que no ha visto un bicho en su vida, quiere proteger a todos los animalitos grandes y pequeños. Por eso, si sorteas un pez en una feria, de los naranjas (no a Nemo), hasta 50.000 euros de multa. Y si matas una rata, o un topillo despistado, podrían caerte hasta 18 meses de cárcel según su nueva ley.

Suerte que no vivimos en Australia y no salen anacondas del retrete. 

No es que Ione quiera ser Félix Rodríguez de la Fuente o Gerald Durrell. Ellos, por lo menos, sabían distinguir una liebre de un conejo y la bondad de la estupidez.

Lo que ocurre es que la ministra se ha pensado que toda España es Madrid. Y para ser exactos, su despacho, donde por no haber no hay ni ácaros que estresar. 

Si pilla usted una cucaracha en el rellano, tiene a partir de ahora dos opciones. Cederle una habitación, prepararle el desayuno, la comida y la cena (y no atosigarla con el alquiler), o sentirse como Peter Clemenza y hacerle unos zapatos de cemento a su cadáver antes de tirarlo por el desagüe para asegurarse de que Belarra y los agentes del Seprona no lo encuentren jamás.

Y cuidado si se decanta por la primera opción. Haga urgentemente un curso sobre cómo cuidar responsablemente de su Blattodea (que es el nombre científico para más señas). No le vayan a denunciar las autoridades por tener una cucaracha alegremente como quien tiene un niño, un amante o un tractor. 

Qué feliz legisla Ione, como si no hubiera cosas más urgentes que hacer. El problema de que Podemos y el PSOE le hayan comprado los postulados al PACMA (que después de años sigue sin representación parlamentaria) no es que quieran acabar con los malnacidos que abandonan perros en cualquier gasolinera cada verano como los que abandonan abuelos en urgencias.

[Quien mate una rata en su casa afronta hasta 18 meses de prisión según la ley animal de Belarra]

El problema es que darles derechos a los animales es ciscarse en las nociones más básicas del derecho. Y, por descontado, de la filosofía.

Un animal no puede tener derechos como vende el Gobierno sencillamente porque no tiene deberes. Aunque desde Moncloa digan que sí. Y si no tienen deberes, será que se los ha comido el dueño.

Así, con esta estrategia de humanizar incluso a las musarañas, lo único que logran es deshumanizar al ser humano. Un poco más. ¡Viva el sufragio animal! Porque la próxima campaña que emprendan será para que tu gato pueda votar.

Hasta nueva orden yo tengo paralizado lo de fumigar unas carcomas que me están adelgazando una viga en La Mudarra, en lo que consulto a un abogado si me sale más económico que me tumben la casa amablemente los bichos, o exterminarlos y arriesgarme a que Belarra me mande a galeras a remar.