A veces sueño que existen los cuentos de Navidad fuera de Navidad. No son exactamente cuentos, sino películas reducidas, y en ellas nieva abundantemente (Filomena Part Two), pues un cuento de Navidad sin nieve es como un jardín sin flores o como un estanque sin peces. 

En estos cuentos, la vida transcurría a uno y otro lado de los cristales. La atmósfera era luminosa e ingrávida, y las huellas de nuestros zapatos se borraban enseguida de la nieve.

A veces no era Navidad, pero seguíamos viviendo dentro de un cuento. Muchos domingos, mi padre nos llevaba al cine. Un día fuimos los dos solos, lo recuerdo perfectamente. Me lo había prometido porque, debido a mi buen comportamiento, merecía un premio. Qué cosa tan infrecuente, la de portarme bien y merecer un premio. Aquel día regresé al internado y les conté la película a las chicas que se habían quedado castigadas sin salir. 

West Side Story, se llamaba la película. El cine estaba en la otra punta de Barcelona y a mí me pareció tan lejano como el Paralelo, donde se concentraban las revistas de vedetes y de humoristas viejos que contaban chistes verdes

Pero West Side Story era otra cosa. En la película había dos pandillas enfrentadas, una de latinos y otra de yanquis. Aquellos jóvenes se pasaban el rato bailando con cuchillos entre las manos. El filo de los cuchillos brillaba y la tensión era creciente. 

Luego, empezó la historia de amor entre un americano y una latina. María, se llamaba ella. Era una película romántica, como las películas románticas que nos gustaban entonces. Los latinos eran puertorriqueños y tenían la tez muy morena. Los americanos, en cambio, tiraban a blandos y lechosos. También a rubios.

Mientras yo descubría West Side Story en un cine de Barcelona, un niño de mi edad llamado Steven Spielberg hacía lo propio en otro lugar del mundo. West Side Story, que en muchos países hispanos adquirió el pomposo y cursi título de Amor sin barreras, vuelve a revivir el éxito de su infancia con los mismos nombres de la cartelera inicial: Natalie Wood, Richard Beymer, Russ Tamblyn, George Chakiris, Rita Moreno

La primera versión del musical fue rodada en los suburbios neoyorquinos. Alcanzó gran éxito gracias a sus originales coreografías y la música de Leonard Bernstein

Spielberg nos conquista de nuevo. El remake del clásico llega a España convertido en un inmortal cuento de Navidad.