Circula una leyenda que dice que el nuevo canciller de Alemania dio su aprobación, años atrás, para que se obligase a tomar laxantes a los narcos de Hamburgo y obtener así las pruebas del delito. Quiérese decir que el tal Olaf Scholz no es lo que en el PSOE se entendería como un socialdemócrata al uso.

Su trayectoria oficial lo retrata mejor. Cuando en Alemania se planteó la alternativa de formar un gobierno de coalición presidido por Angela Merkel, Scholz fue el primero en el SPD que se puso manos a la obra. En lugar del "no es no" abanderó el "sí es sí", con tal éxito que fue ministro en dos ocasiones y vicecanciller junto a los democristianos de la CDU.

En los prolegómenos de esta última campaña que le ha llevado a la victoria, dejó claro a sus compañeros de partido y a los votantes que no gobernaría en ningún caso con los muchachos de Die Linke; los perroflautas alemanes, para entendernos. Ha cumplido su palabra: se apoyará en el Partido Liberal y en Los Verdes.

Casi por las mismas fechas, Pablo Iglesias recurría a la líder de Die Linke, la trotskista Janine Wissler, para que apoyase su candidatura en las elecciones madrileñas, con el argumento de que la democracia estaba "en juego" en España.

Y una guinda más. Cuando la iniciativa popular "Nuestro Hamburgo, nuestra red" planteó en su día al entonces alcalde Scholz que recomprase las redes de electricidad y de gas, privatizadas décadas antes, éste se opuso por el grave menoscabo que supondría para las arcas de la ciudad.

En esa línea, uno de sus primeros anuncios como canciller ha sido el compromiso de vigilar la deuda y limitar el gasto público. Y ha puesto al frente de Hacienda a Christian Lindner, el presidente de los liberales, sin que haya trascendido por ahora la convocatoria de manifestaciones por parte del SPD para clamar "con Lindner, no".

Scholz predica con el ejemplo. Su gobierno tendrá dieciséis ministerios, pese a estar integrado por tres partidos y atender a una población que casi duplica a la nuestra. Como es sabido, el Gobierno español tiene veintidós ministros.

Pese a tales credenciales, Pedro Sánchez felicitaba este miércoles a Scholz en un mitin en Santiago de Compostela, asegurando, eso sí, que con quienes gobernará Alemania son "verdaderos liberales", no como los de aquí, "que sólo miran a la derecha". En este extraño juego de espejos alguien podría suspirar, como Diógenes con su candil, mientras trata de encontrar en España a un socialdemócrata auténtico.