Susana Díaz es más lista que los ratones coloraos. Y tan sutil, sin embargo, como un bocadillo de morcilla choricera. Me declaro fan absoluta desde ya.

Con esa delicadeza propia de un rinoceronte con diadema y vestido de bailarina acaba de desvelar ella solita toda la maquinaria de lo que es el uso partidista de los movimientos identitarios. Esos que en la calle crecen al calor de las buenas intenciones (y razonamientos simplistas, pero esa es otra historia) y que al ser tocados por la política se transforman en una herramienta al servicio del rédito electoral y los intereses espurios.

Y la Díaz nos ha dado en tres días el manual práctico en cinco cómodos pasos: 

1. Elige tu propio drama

Este paso es fundamental y el más sencillo. Tienes que saberte víctima, elegir tu causa justa y explotarla. No contemples más factores. Es esa la única fuente de todos tus problemas, fracasos o contratiempos. Tú eres irresponsable. ¿Eres negro? ¿Homosexual? ¿Calvo? ¿Murciano? Susana es mujer y sabe que todo lo malo que pueda ocurrirle es por esa razón y no por otra.  

2. Señala al culpable

Toda víctima necesita, por puritita definición, un victimario. Si eres negro, serán los blancos. Si eres homosexual, los heteros. Si eres calvo, los que tienen pelazo. Si eres de Murcia, el mundo entero. Susana, la candidata, sabe que si Ferraz apoya en primarias a su rival es por el mero hecho de que ella es mujer: "Hay compañeros a los que sí les han permitido seguir pese a haber perdido las elecciones" dice. “¿Por qué a mí no? ¿Porque soy mujer?” se pregunta. Gudpuan, Susi. 

3. Ignora los hechos

Da igual que hayas sido presidenta de la Junta de Andalucía desde 2013 a 2019. O secretaria general del partido en Andalucía desde ese mismo 2013 y del Consejo de Política Federal del PSOE desde 2014. Y lo mismo da que sin ningún problema fueses ya en 1997 elegida secretaria de Organización de las Juventudes Socialistas de Andalucía. Da igual que todos esos cargos los hayas desempeñado siendo ya mujer (no se ha dado un cambio significativo de género desde el nacimiento hasta ahora). Lo importante es que ahora, en este preciso momento, tú sientes (atentos que aquí está la clave, en el especial sentir) que eso es así.

4. Las consignas son importantes

Es imprescindible simplificar el mensaje, que sea coreable. Tiene que calar, ser sencillo de memorizar. Si rima, mejor. Que quepa en una chapa o en una camiseta. Susana aquí se lo ha tomado al pie de la letra (ya os dije que la sutileza no es lo suyo) y se ha hecho con todo el catálogo de la línea textil de la hermana cursi de los de Mr. Wonderful. “El futuro es femenino”. “Creemos en las mujeres”. “El optimismo siempre gana”. Dios mío, está a dos camisetas de vomitar arcoíris y purpurina. Una no sabe si se trata de la campaña de unas primarias o de un congreso de coachs de autoayuda oriundos de Happylandia y hasta las cejas de Prozac. 

5. Controla el relato

¿De qué estamos hablando ahora mismo? De Susana Díaz. Ni de las primarias, ni del otro candidato, ni de propuestas. Nada de nada. De la pobre Susana, víctima del patriarcado, y de sus camisetas fluoxetínicas. Si vence, será porque lo merece. Si pierde, porque esta sociedad sigue siendo machista y, aún mereciéndolo ella, prefiere siempre que el triunfo sea de un hombre. La banca siempre gana.

Esta causa justa ya es tuya, Susana.