En nuestro país, si un menor tiene que declarar ante la Policía, lo hará siempre en presencia de sus padres o sus tutores, y da igual que sea porque ha visto el robo de una cartera o porque es testigo de un crimen múltiple. Cualquier médico exige la presencia de los responsables de un menor antes de practicarle una exploración, y si vas a buscar a un niño a un colegio te harán esperar en la puerta o te tendrán previamente 'fichado' si vas a acceder a alguna zona común por la que pasen más niños que el tuyo. Me parece perfecto: todo se hace para proteger a los menores, para garantizar su integridad, su seguridad, su bienestar. Recordaba las medidas precautorias que se toman con los niños cuando leía que en Cataluña una ONG (ejem ejem) denominada 'Plataforma per la llengua' ha entrado en dependencias colegiales para elaborar un estudio (ejem, ejem) sobre qué idioma usan los críos para comunicarse.

Hasta hace nada, los miembros de la plataforma de marras dedicaban su talento y su esfuerzo a denunciar fruterías y restaurantes por no tener en catalán la carta o los carteles. Ahora, previo riego de la subvención correspondiente, parecen haber ampliado sus objetivos vitales y se han propuesto fiscalizar el uso de la lengua que hacen cientos de menores. Es decir, que los papás y las mamás dejan a los niños en el cole, con la tranquilidad de fiarse de la señorita Mari Pili, de la profesora Jesusita o del profesor Manolete, y aparecen unos cuantos desconocidos para obtener información dentro del sacrosanto recinto de una escuela. Dejando al margen las sectarias intenciones de los agentes secretos de pacotilla… ¿quién controlaba a estos sujetos? ¿Quién tenía de ellos la suficiente información como para avalar su contacto con menores de edad? ¿Se había comunicado a los padres que además de la señorita Mari Pili, el profesor Manolete o la profesora Jesusita iban sus hijos a relacionarse con una caterva de 007 del tres al cuarto de los que nada se sabe, aparte de que consideran peligrosísimo el uso del español mientras los chavales juegan al fútbol o al salta la rana?

En España se lleva un control exhaustivo de cualquier adulto que entre en un centro de estudio donde hay menores. Si Perico el fontanero va a hacer una ñapa en el cole del barrio y se le ocurre pasarse por el aula de 3ºC para saludar a su sobrino que estudia allí será placado convenientemente antes de llegar a la puerta, y me parece muy bien: al limitar al personal del centro el contacto de los escolares con adultos se está protegiendo su privacidad y garantizando su seguridad. Pero al parecer a los de Plataforma por la llengua se les deja entrar hasta la cocina de los coles.

El oscuro episodio de la ONG que se pasea por los patios catalanes tienen alcances que todavía no hemos encarado. Al margen de la intención última de un montón de sujetos (y sujetas) fiscalizando el idioma que usan los alumnos, está el hecho impepinable de estar poniendo a un montón de menores en relación con personas desconocidas para sus padres. Y eso, en un país como el nuestro, en el que los derechos de la infancia son garantizados y protegidos, debería ser ya motivo de alarma, investigación y quizá de castigo.