Nada de divorcios ni de vicios caros. Eso es lo que recomienda, para una vida triunfante, Andrés Calamaro. Aunque él no parece haber sido uno de los seguidores más rigurosos de su propia receta vital. O, quién sabe, tal vez sí, si se le interpreta a su manera.

Pero quien de verdad tiene una fórmula mágica para sumar años en condiciones óptimas es Steven Tyler. El líder de Aerosmith volvió locos, casi literalmente, a los que llenaban este lunes el Teatro Real de Madrid, y lo hizo con un atrevimiento y una energía que pocos pueden igualar. Si siempre se ha dicho que los rockeros no envejecen, en el caso de Tyler resulta abrumadoramente cierto, y una prueba irrefutable del gran axioma del rock.

A sus 70 años, Tyler se mueve como un adolescente sobre el escenario, apenas ha perdido agilidad o rapidez en su rotunda escenografía y mantiene intactas sus capacidades seductoras. Ya dijo, hace poco, que a lo largo de su carrera ha tenido la obligación de mantener vivo el mito de las estrellas de rock rodeados de mujeres hermosas, y que él no ha eludido ni un ápice esa “responsabilidad”.

Mick Jagger, que acaba de cumplir los 75, agradeció el detalle a los miles de personas que le felicitaron con un tuit, y mostró su sombrero de paja nuevo. Ambos, él y el sombrero, con un aspecto envidiable. Si uno no se fija demasiado en su rostro ni mira los libros de historia de la música, el líder de los Stones podría parecer que se halla en la mitad de su vida.

Otro viejo rockero que podría parecer que le quedan décadas frente al público y que mantiene una energía extrema y una actitud felizmente inusual para su edad es Miguel Ríos. Hace ya 8 años del Bye Bye Ríos, la gira de despedida del músico granadino, y ahí sigue, con sus Black Betty Boys liderados por el maestro José Nortes, en plena forma, llevando a los rincones del país su gran gira sinfónica actual.

¿Por qué los rockeros no envejecen como el resto de los humanos? Lo de los divorcios y los vicios caros no parece una explicación seria, por mucho que la proponga el Calamaro más profundo. La mayoría de los rockeros disfruta de una vida amorosa ajetreada que incluye, en muchos casos, divorcios varios; muchos de ellos, además, han tenido en algún momento de sus divertidas existencias una relación cercana con los vicios caros a los que alude el teclista argentino.

¿Será el horario caótico que rige sus vidas? ¿Será la felicidad que aporta hacer todo el tiempo eso que te hace feliz? ¿Será la capacidad salvadora que algunos ven en la música, esa que a menudo subraya el pianista James Rhodes? Probablemente, la justificación a tal romance con la edad la tenga la suma de estas y otras circunstancias inherentes a las giras mundiales, las horas de estudio o la creación artística. Al final, el impacto de la música en el espíritu de quienes la escuchan, y de quienes la crean, puede llegar a resultar apoteósico.

Sea una u otra cosa, o todas juntas, lo cierto es que hay numerosos músicos que bordean o superan los 70 años y siguen dando la vuelta al mundo sobre los escenarios, para satisfacción de quienes los siguen en cualquiera de las ciudades a las que acuden. James Taylor, Paul McCartney, Jackson Browne, Bruce Springsteen, Ringo Starr, Keith Richards, Neil Young, además de los mencionados más arriba, constituyen grandes ejemplos.

¿Qué les dará la música? Probablemente, vida. Quizá por eso dijo Tyler en el Real que dejará de hacer rock cuando “me caiga muerto”. Si su aspecto es un elemento que pudiera servir para intuir o predecir el futuro, los fans pueden estar tranquilos: eso no ocurrirá pronto.