Tal fue la vergüenza que se apoderó del Congreso hace unos días, cuando Rajoy puso como ejemplo de lealtad al PSOE, a ver si en Ciudadanos aprendíamos, que todavía queda algo de alipori pegado a las paredes de la cámara. Los más avergonzados fueron, por supuesto, los diputados socialistas, que evaluaban de reojo nuestro regocijo. Era el bipartidismo en su desnudez. Dos viejos boxeadores abrazados en mitad del ring, agotados, deshechos. Con el actual titular del cinturón susurrándole a la oreja a su adversario “Tú sí que eres fiel”. Y con el otro temiendo que a su oreja fuera a sucederle lo que a la de Evander Holyfield el 28 de junio de 1997 durante su combate con Marc Tyson. Los leales, mira por dónde, han pasado a ser en cuestión de días “enemigos de España”. Fuera oreja.

Las fuerzas tradicionales que han guiado Europa en las últimas décadas están en franca decadencia, y hoy la batalla ya no se libra entre izquierda y derecha sino entre cosmopolitas europeístas favorables a grandes tratados de libre comercio y provincianos xenófobos deseosos de revertir la globalización y detener el progreso. La crisis española tiene indudables trazos propios, como el grave deterioro institucional, pero también refleja el cambio de paradigma político occidental.

Más allá de las obsesiones de tantos analistas domésticos (como esa leyenda de que el separatismo viene de la sentencia del Estatut), el secesionismo catalán, con su golpe de Estado y la quiebra social que le acompaña, debe ser contemplado desde la perspectiva global de la resistencia a los cambios. En nuestro caso, la resistencia de unas redes clientelares que alcanzan al funcionariado, la cultura, los mass media, y una menestralía que jamás se ha irritado tanto como cuando se formuló el modelo Tabarnia, feliz espejo de todas sus bajezas y egoísmos.

La socialdemocracia europea está bastante desnortada, pero el caso español es de absoluto extravío. Pese a haberse presentado su líder en sociedad con la bandera española más grande que recuerdan los tiempos, el lanzamiento de la plataforma España Ciudadana, que reivindica un patriotismo ilustrado y civil, ha sacado de quicio al PSOE. Varias son las vocecitas del socialismo catalán que, desde el acto inaugural protagonizado por Albert Rivera y varios ciudadanos de a pie, escupen el adjetivo “primorriveristas” Por la insistencia, se trata de una consigna. Por la literalidad, la difunden ignorantes: como señaló antes que nadie Cristina Losada, el adjetivo alude a Miguel, catapultado al poder dictatorial por la burguesía catalana. No dan una.