Pongamos por caso que los Mossos desarticulan una red de ultras que pretendía realizar sabotajes en toda Cataluña para dañar la economía regional como represalia por la escalada independentista. Y supongamos que entre sus planes estaba llevar a cabo cortes selectivos en autopistas y puntos estratégicos de la red ferroviaria, además de un ataque coordinado a los puertos de Barcelona y Tarragona para boicotear el tráfico de mercancías.

Por seguir suponiendo, imaginemos que los partidos constitucionalistas llevaran una iniciativa al Parlament para defender a los promotores de esas acciones, con el argumento de que lo suyo es una protesta legítima y una muestra de "desobediencia civil pacífica y no violenta". Pues bien, algo así, exactamente así, es lo que sucede en realidad, sólo que al revés: son los partidos separatistas los que respaldan a los Comités de Defensa de la República como si fueran una asociación benéfica.      

El independentismo ha puesto el grito en el cielo al conocer que a una dirigente de los saboteadores, a la que se le han intervenido planos de un cuartel de la Guardia Civil y de infraestructuras portuarias en las que estudiaba actuar, se la investiga por delitos de terrorismo y rebelión. Desconozco si le es aplicable o no ese tipo penal, y entiendo que haya opiniones encontradas al respecto, pero lo que sí resulta inverosímil es pretender hacer pasar a un dóberman por un caniche.

Sorprende, así mismo, que los mismos que hoy rebajan la gravedad de los hechos pidieran ayer dieciséis años de cárcel, ojo, dieciséis, para un ultra que acompañado por una quincena de fantoches reventó un acto organizado en Madrid por la Generalitat con motivo de la Diada. Su acción consistió en irrumpir en el escenario, dar cuatro empujones y echar gas irritante con spray. En casa del tipo en cuestión no se encontraron planos de la Generalitat, ni del puerto de Barcelona ni de instalaciones de los Mossos.

No existen "cortes pacíficos de carreteras", como tampoco es posible reventar una conferencia a besos. Desconozco su precio, pero sí sé que el kilo de facha violento y el de nacionalista violento valen exactamente lo mismo. Y que el Parlament vote lo que quiera.