Se trata de subirse a la borrica como afán de la nueva política. Que ya está aquí el nuevo tiempo de est@s jóven@s tan guap@s y tan sobrad@s. Y la borrica a auparse es el carguito; garantizarse el derecho a la sopa boba por el mero hecho de la oportunidad y de estar justamente ahí. Más tarde llegará la tarjeta institucional con la función a desempeñar. Ésa que usualmente es ninguna concreta -pero de gran ringorrango-, y surgida al calor de alguna problemática social irreparable: la sanidad, la igualdad, la supervivencia del lobo ibérico...

Quizá una de las funciones de esta mocedad política (Goicoechea-Gema Igual) con CV en peluche sea la de convencer al periodista de que anda equivocado y que el Infierno son los otros. De ahí al Cielo político todo depende de la cintura, de las tragaderas y de otras virtudes no menores que pasan por pasar sin pena, sin gloria y con nómina. "Paso corto, vista larga y mala leche", decían en la mili.

La realidad ahora es que España entera se corta un testículo, parte del otro, y te regala al padre por un carguito en el pueblo que sea.

El miércoles temblaron los currículums y los cargos medios en esta nación de mediocres hechos a sí mismos: hechos a sí mismos en el Word. El miércoles media España descolgó el diploma falseado y la otra media le sacó brillo emérito al suyo. Pero hubo antes un jenesecuá de justicia poética tras que Estela Goicoechea le plantó en las narices a Felipe y al susanato zumbón eso de los jóvenes con letra de Serrat y música del APARATO; o cuando la alcaldesa de Santander -por la gracia del dedazo- pasó rauda de "Diplomada en Magisterio" a estudianta de "2º de Pinta y Colorea".

Tengan ahí la imagen, la metáfora perfecta de esta España en la que Piqué ya es reputado analista político: lo mismo te descubre una colombiana, un videojuego wakawaka o un Watergate en el Bernabéu. Un punto, este Gerard.

Escribo hoy de luto. Con un brazalete de otros tiempos y esa nostalgia del tiempo ido. A mi lado dos señores, aparentemente camaradas de quinta, peroran sobre la nobleza del español de antes. Y yo, que pido al Estado que nos condecore a los tres con el diploma de "Especialista en Ideas Generales". Ese mismo titulillo que cuelga en cada Séneca de cafetín: en cada cafetín de España.