Hace casi veinticinco años llevé la sección del horóscopo de un programa en una televisión local, ¡oh, sí! Mi trabajo consistía en inventar el destino para cada uno de los doce signos, cosa que hacía entre muchas risas, sin consultar lo más mínimo la posición de los astros en el firmamento, pero pensando en lo que le deseaba a las personas que me rodeaban en función de sus signos del zodiaco. “Escorpio: Evalúa todas tus posibilidades y analiza si estás con quien te hace feliz. Tienes enfrente a esa otra persona que de verdad va a tratarte como mereces”.

Conozco a personas con estudios superiores que preconizan con un gin tonic en la mano cómo te vas a llevar con ellos en cuanto saben el día que naciste. “¿Cáncer? ¡Qué bien! Nos vamos a llevar fenomenal; ¡soy virgo!”, dicen, sin prestar atención a tus intentos por eludirlo en cuanto lo viste en esa esquina del salón. Para ellos, el mero hecho de haber nacido en una u otra fecha, es más que suficiente para que exista una conexión extrasensorial que os hará inmediatamente amigos. Algo tendrá el horóscopo cuando raro es el periódico que no le dedica un espacio entre sus páginas para uso y disfrute de todos los iluminados que necesitan justificación para sus revoleras antes siquiera de poner un pie en la calle.

Dicen que un escorpio es terriblemente fiel mientras existe química con la pareja. En cuanto pierden rédito son los más promiscuos del mundo y cambian de amantes. Al parecer, son de los más sexuales; eso dice el horóscopo. Y que son fríos como un témpano de hielo y excelentes estrategas. Grandes escorpiones han llevado a lo más grande todo lo que se han propuesto. Cuatro meses después de colgarse de un brazo, un escorpio puede largarse inmediatamente con el que está enfrente sin dar ninguna explicación. Ríanse si quieren con esta teoría y busquen entre sus amistades a todos los de este signo que conozcan, a ver si les cuadra lo más mínimo lo que acabo de describirles. Recuerdo la anécdota de mi experiencia con la astrología y su nula base científica porque con esto de que hemos tenido dos elecciones generales y aún no tenemos gobierno, estoy más que convencida de que los líderes de los partidos toman sus propias decisiones después de leer el designio de los astros en el periódico mientras desayunan su café con leche y su tostada de pan con aceite.

Qué más da si ese horóscopo lo ha escrito una becaria que quiere quitarse de encima a un encantador de serpientes de esos que cambian de pareja y andan de puntillas. Lo mismo volvemos a tener esa misma suerte y el que leen sus señorías lo escribe otra como yo, que no tiene ni idea. A estas alturas de la película, seis meses después de las primeras elecciones, con dos ministerios sin ministro propio, el mes de agosto a la vuelta de la esquina y la multa de Europa planeando sobre nuestras cabezas, no queda otra que pensar que nos regimos bajo los signos de esta política del zodiaco, que también lo es del demonio. Eso o simplemente se ríen de nosotros en nuestra propia cara.

A día de hoy contemplo cualquiera de las dos opciones.