El beneficio de 235.000 euros que logró el ex cuñado de Rodrigo Rato en la venta de un palacete después de comprárselo a Bankia, entidad para la que ejercía de asesor apenas siete meses antes, ha despertado las sospechas de las autoridades. El comportamiento de esta entidad con su exempleado Santiago Alarcó es, como poco, anómalo. Para empezar, Bankia llevó a cabo cuatro tasaciones de dicho inmueble entre 2010 y 2012, en las que el precio del palacete llegó a bajar desde los 2 millones hasta los 300.000 euros en los que finalmente fue valorado. Que esta última tasación se produjese tan sólo cinco días después de la oferta del ex cuñado de Rato es una coincidencia asombrosa. Llama también la atención que Bankia adjudicase la propiedad a la sociedad que representaba Alarcó antes de ratificar la operación en el Comité, saltándose los protocolos habituales.

La sospecha de que Alarcón se ha beneficiado de su parentesco con Rato viene de lejos. El expresidente de Bankia contrató a su ex cuñado como asesor externo en 2010 por 120.000 euros anuales. Dos años después, el sueldo del asesor era ya de 480.000 euros al año, sin que constase ningún cambio en sus funciones. Si ya resultaban llamativos los honorarios percibidos por Alarcón, las irregularidades en la venta del palacete inciden en la teoría de que el familiar de Rato recibió un trato a favor. Otro asunto más que añadir en la ya larga lista de investigaciones que manchan la deteriorada reputación del ex vicepresidente del Gobierno.