Risueño Nadal, sesentera Vitti y la militarización pendiente de la princesa Leonor.

Risueño Nadal, sesentera Vitti y la militarización pendiente de la princesa Leonor. Guillermo Serrano Amat

EL BESTIARIO

Risueño Nadal, sesentera Vitti y la militarización pendiente de la Princesa Leonor

Rafael Nadal, Mónica Vitti, Leonor de Borbón y Chanel Terrero; la autora comenta lo más destacado de la semana a través de sus protagonistas. 

6 febrero, 2022 01:32

Rafa Nadal 

Guillermo Serrano Amat

La última edición del Open de Australia la ganó Nadal, a quien todo el mundo coincide en señalar como el mejor tenista de la historia.

Ni Federer el serio, Medvedev el ruso, o Djokovic el antivacunas pueden equipararse a Nadal ni en sueños. Un grande entre los grandes.

El manacorí empezó a disfrutar de su reinado cuando, de vuelta a España, cayeron rendidas a sus pies las primeras milicias de periodistas que le esperaban de rodillas en el aeropuerto. Su sonrisa lo decía todo. Era como si en lugar de tocarle una ensaladera le hubiera tocado un crecepelo mágico fabricado en Turquía. Conociendo sus reiterados fracasos con los trasplantes capilares, seguro que se decidiría a probarlo.

Nadal es un hombre tenaz, y de la misma forma que en la cancha se juega hasta la última gota de aliento, ante el espejo se cuida el pelo protegiéndolo del sudor y el sol con una banda anudada a la frente.

El buen estado de su pelo también explica las razones de la felicidad que corre por sus venas. Los periodistas que lo entrevistaron en su última rueda de prensa destacaron el del brillo de sus ojos y la alegría que contagia.

En sus buenas rachas, los deportistas suelen hacer gala de una expresividad fuera de lo común. Están desbordados, se abrazan y tienen descargas casi orgásmicas de felicidad. Estos comportamientos son frecuentes los deportes de grupo. Los futbolistas, por ejemplo, sienten la necesidad irreprimible de abrazar a sus compañeros cuando meten un gol.

Rafa no se queda atrás cuando juega buenos partidos. En ese caso derrocha un caudal de sensaciones, pero siempre antepone la timidez a cualquier otra emoción.

Nadal se comporta respetuosamente cuando está ante el público. Digo esto en recuerdo del exvicepresidente del Barça, un tal Godall, apellido cacofónico donde los haya.

Cuando Nadal regresó de América, su alegría pudo empañarse de tristeza, pero el tenista aguanto estoicamente. El cacofónico Godall entró en las redes sociales hecho una hiena y allí dejó estampado su discurso: “Libertad de expresión es meter en el mismo saco a Nadal, La Roja, Fernando Alonso, el Real Madrid y todo lo que represente al Estado enemigo.” Horas más tarde, renunció a su cargo y se quedó tan fresco. Quería libertad de expresión, pero solo le salió un eructo.

Mónica Vitti 

Guillermo Serrano Amat

Es insoportable la cantidad de muertos con que nos obsequia la vida desde que llegó el Covid. Perdón. No es que desee hablar de la muerte, solo quiero sacudirme la tristeza que nos genera.

Ahora le ha tocado el turno a Mónica Vitti. Todas las grandes actrices se llaman nombres pedorros. Monica Vitti se llamaba María Luisa, como tantas actrices de su época: María Luisa Ponte, Maria Luisa Merlo o María Luisa San José, condenadas a llevar siempre el nombre de pila que les tocó al nacer.

Mónica Vitti, en cambio, se llamó Maria Luisa Ceciarelli y se ha hecho inmortal como Monica Vitti, el nombre con que ha pasado a la posteridad como icono y referente del cine italiano, entonces llamado neorrealista. Al mismo tiempo que triunfaba como actriz rubia y curvilínea, se transformó por elevación en musa de hombres poderosos como Michealangelo Antonioni, que le echó una manita en la tarea de ser cada día menos diva y más inmortal.

Monica Vitti murió el otro día en Roma, y lo hizo silenciosamente, sin salir de los años sesenta. Le daban miedo los aviones, y por no pasar el trago ni siquiera estuvo en Hollywood.

Tenía dramatismo y espiritualidad, talento y vis cómica. Fue pareja sentimental de Antonioni, con el que interpretó la trilogía sobre la que el director construyó su teoria de la incomunicación..

Actriz cálida y de voz profunda, se casó a los 70 años con Roberto Russo, del que no se separó ni una sola noche. Se la llevó el alzheimer por delante y su memoria nunca será el olvido.

Leonor de Borbón

Leonor de Borbón.

Leonor de Borbón. Guillermo Serrano Amat

Si no me equivoco, Leonor de Todos los Santos de Borbón y Ortiz (pausa) cumplirá la mayoría de edad el próximo 31 de octubre del año que viene, en vísperas de Todos los Santos y a un paso de los Difuntos.

No creo que a una joven como Leonor le haga ilusión la perspectiva de celebrar su mayoría de edad y todo lo que conlleva (traje largo, diadema de antepasada, etc) con media España yéndose de puente y la otra media haciendo cola en el cementerio.

Muchos españoles no olvidaremos la festividad de todos los Santos del año 2005, con la Reina en estado de alerta y las agencias de prensa, revolucionadas. Ahora que lo pienso, hasta hace nada Leonor parecía una pipiola (monísima pero pipiola), más dada a hacer Slime o a bajarse una aplicación de tik-tok, que a leer a James Joyce.

Las princesas, cumplan cuando cumplan, son niñas antes que princesas. Para mi que Leonor alcanzó la mayoría de edad el día de la ultima entrega de los premios Princesa de Asturias, en el teatro Campoamor. Aquella tarde, Leonor llevaba un vestido con motivos geométricos (una especie de Gucci nacional y estaba encaramada en unos tacones imposibles con los que su madre seguramente le obligó a caminar, pasillo arriba, pasillo abajo, hasta dominar la técnica.

En una heredera, la mayoría de edad comporta muchos deberes. Leonor lo sabe. Quizás lo más duro sea la formación castrense. Leonor tendrá que pasar por las academias militares para llegar preparada al “mando supremo de las Fuerzas Armadas”. Así lo dice la Constitución y así será.

Sin embargo, todavía no se ha dicho nada al respecto, y yo tengo la impresión de que a la Reina Letizia no le hace mucha gracia. Quiera o no quiera LZ, la formación militar de la princesa de Asturias pronto empezará a ser inaplazable. Antes o después, Leonor acabará marcando el paso.

Chanel Terrero

Guillermo Serrano Amat

Ha sido uno de los sucesos de la semana: el el triunfo de Chanel (cubana de nacimiento y medio residente en Olesa de Montserrat) que cultiva el mimetismo con Rosalía y también con Jennifer Lopez. Chanel participó la semana pasada en el Benidorm Fest, y su canción Slomo fue elegida para representar a España en el festival de Eurovisión, que se celebrará en Turín esta primavera.

De medio siglo para acá, Eurovisión ha cambiado mucho. Los que somos de la generación del two points todavía no nos hemos caído del guindo. Las tres participantes con más poderío han sido Rigoberta Bandini, que quedó en segundo lugar; Chanel, la ganadora, y Tanxugueiras, que arrasó en Galicia, pese a ser un grupo libre de gaitas, o gaitas free, como se dice ahora.

Eurovisión vuelve con la nostalgia de los años vividos. Y con Eurovisión, el fenómeno eurofans apoyando a Chanel. No imagino a una mujer que se llame Chanel, pero es cubana y los cubanos se lo ponen todo, especialmente los nombres que no existen, como (USA Navy).

En segundo lugar quedó Rigoberta Bendini, portadora de la gran teta universal, que con un poco de suerte habría podido armarla en Turín.

No quisiera meter cizaña, pero entre la votación final para la convalidación de la reforma laboral celebrada en el Congreso de los Diputados, y las distintas votaciones que arrojaron las aspirantes a Eurovisión, no se sabe donde hubo más fiasco. Digamos que en el Congreso hubo nás tongo y en el Benidorm Fest, más tomate.

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