El año nuevo no sé que es lo que tiene. En mi caso es una extraña melancolía. Visto en lontananza, sabe uno que el año entrante trae lo mismo repetido hasta el aburrimiento: probarán las bases del Estado de Derecho eso que se ha acordado en llamar la milagrosa resiliencia de Sánchez; como si su baile en el abismo fuera una virtud de santo. 

Pero si vemos más allá del relumbrón vacío de Sánchez, comprobaremos que seguirán los lobbies presionando con ideas de baratillo. Las causas nobles han quedado tatuadas en un cachete, y contra eso ya no hay argumento posible. 

España es, al inicio de enero, una paramera de frío con sol. Por mi lado pasan jóvenes como venidos de una primera comunión y con la corbata hecha un jeroglífico: no tienen mucho que festejar y de ahí la inopia, la borrachera, el estoicismo barato del cotillón. Hasta hoy dura la alegría de un trámite cronológico: el cambio de año. De las peores sombras nos darán cumplida cuenta Celaá y el BOE. 

En enero, el cortijo andaluz -dicen algunos- puede parecer Escandinavia: creer en la magia está bien, pero el español es de vocaciones fuertes y los cuarenta años de 'progreso andaluz' no van a borrarse en un soplo.  Siempre que empieza un año conviene tener cierta esperanza en que las cosas mejoren: llegará el Carnaval y Cádiz nos cantará las miserias a la cara. 

En este enero con sol convendría pensar en lo que somos. En ese orgullito de tener, a pesar de todo, una Constitución como una Estrella de Belén. Que ya no brilla tanto pero que sigue guiando a los más dignos.

Es doloroso, y creo que lo tengo escrito, que en el año que se fue poca fiesta le hemos hecho a la Carta Magna. Somos así de olvidadizos y por eso cocemos habas. Habría que reivindicar España, sanamente, sin ideologías y con dos lecturas. Está bien pegar cuatro voces con Manolo Escobar pero también, y paralelamente, leer algo sobre San Isidoro de Sevilla.

Todo año nuevo viene virgen de balances y magro de ingresos. No hemos gastado nada en fiestas, pero nos arrepentimos de una resaca que no será. El debate es hoy la proclama de Pedroche como Dios la trajo al mundo. Y la réplica medio gagá de Chicote en la Puerta del Sol. 

Bien empieza enero...