El paisaje después de la batalla socialista no ayuda precisamente a resolver el bloqueo político e institucional, más aún cuando sólo quedan 27 días para que expire el plazo de formación de Gobierno y las Cortes tengan que disolverse.

El PSOE es ahora mismo un partido descabezado y dividido, receloso de sus facciones, rehén del 'No es no' que con tanto ahínco defendió Pedro Sánchez, ayuno de confianza en su capacidad para recomponerse, preso de sus contradicciones y víctima propiciatoria de quienes, por interés partidista o por venganza, se precipitan sobre el moribundo.

La amenaza de Podemos de romper con los socialistas en Aragón, Valencia y Baleares si invisten a Rajoy y el modo en que el PP ha pasado de mendigar la abstención a exigir "garantías de gobernabilidad" demuestran las presiones externas a las que está siendo sometido el PSOE. Del mismo modo, la actuación pagada de una banda de mariachis -Sigo siendo el rey- la noche del domingo y la mañana del lunes a las puertas de Ferraz ilustra hasta qué punto se pretende convertir en objeto de mofa a un partido centenario.

Miedo a Sánchez

Con todo, no es al enemigo exterior a quien más temen los vencedores del cisma que se saldó con la dimisión del secretario general. El temor de los críticos a que Pedro Sánchez intente recuperar el liderazgo y el miedo al rechazo de sus bases y votantes en el momento en el que la gestora decida abordar el debate sobre la abstención a Rajoy han sumido al PSOE en un estado de catalepsia contraproducente para su propia recomposición.

La coyuntura es endiablada y el partido ahoga el crédito que le queda entre dos aguas. Por un lado, nadie en el PSOE quiere ir a unas terceras elecciones en las que, según el sondeo de SocioMétrica para EL ESPAÑOL, los socialistas sucumbirían al sorpasso de Unidos Podemos. Sin embargo, nadie con autoridad suficiente se atreve a defender la abstención ante Rajoy, como sí hizo Felipe González.

El estreno de Javier Fernández ante la prensa tras la primera reunión de la gestora puso de relieve esta indefinición: preguntado al respecto, dijo que "abstenerse no es lo mismo que apoyar a Rajoy" y aunque insistió en que "la prioridad es evitar terceras elecciones" confirmó que el 'No es no' "sigue vigente". Ni siquiera Susana Díaz se atreve a abrir un debate que, según ha dicho, "no toca". Está por ver si Eduardo Madina, compañero y rival de Susana Díaz, asume la portavocía del grupo parlamentario y se traga el sapo.

Un "independiente"

La incertidumbre es tal que entre los barones ya hay quien pone sobre la mesa la extravagante solución de emergencia de, si hay elecciones, presentar a algún "independiente" tipo Ángel Gabilondo como candidato para evitar unas primarias. El comportamiento de los vencedores del Comité Federal del sábado no es coherente con su consigna de "primero España y después el PSOE", pues es evidente que lo urgente es desbloquear el país.

Parapetarse en un obtuso sentido de la cautela no impedirá, de repetirse las elecciones, que el PSOE se arriesgue a sufrir una derrota irreparable. El PSOE parece cautivo de su propia ratonera y, lo que es aún peor, sin ningún líder político que se atreva a jugársela y tenga la altura de miras suficiente para ponerle el cascabel al gato.