El PSOE se afana en una guerra fratricida de consecuencias indiscernibles para la organización, sin que ni Pedro Sánchez reconsidere su huida hacia delante ni Susana Díaz parezca dispuesta a hacer otra cosa distinta a dejarse querer.

Pese a la escalada fratricida, que este martes ha alcanzado al grupo parlamentario con un alud de críticas al secretario general, la presidenta andaluza sigue mostrándose ambigua, en lugar de abanderar a la oposición interna, que es lo que esperan los críticos con la actual dirección.

Díaz ha vuelto a decir aquello de que estará donde le diga su partido, "en la cabeza o en la cola", en un momento en el que lo que más necesita la organización es que hay una alternativa sólida dispuesta a medirse con Sánchez. Y más aún después de que el secretario general se haya atrevido a asegurar que no piensa dimitir ni siquiera si el Comité Federal tumba su hoja de ruta: primarias el 23 de octubre y congreso extraordinario la primera semana de diciembre.

Mientras el equipo de Sánchez intenta mantener prietas las filas, Susana Díaz lo fía todo a que el secretario general sea deslegitimado el sábado y que una gestora a su medida acabe cediéndole el cetro por aclamación. Mientras se juega el todo por el todo, ella apuesta por la cautela... y Rajoy se relame pensando en ir a terceras elecciones frente a un PSOE destrozado.