Manuela Carmena cree haber encontrado en la próxima edición de los denominados Oscar de Bollywood el gran evento con el que tarde o temprano acaban soñando todos los políticos al uso. La alcaldesa de Madrid quiere acoger en la capital el próximo festival que la Academia Internacional de Cine de la India celebrará en junio, para lo que está dispuesta a invertir un millón de euros de dinero público e impulsar la captación de inversores si, tal como pretende, logra sacar adelante la propuesta en el pleno del próximo jueves. 

El problema es que el currículum de la empresa organizadora, la compañía Wizcraft, ofrece dudas sobradas para temer que, por poca precaución o por mucha ingenuidad, la alcaldesa esté a punto de convertir a Madrid en víctima de un timo de película. Carmena, que ya presentó la gala tras un posado de photocall con tres archifamosos actores bollywoodienses, quiere apostar el dinero de todos en un acontecimiento tan rutilante en su presentación como impreciso en sus beneficios.

Es verdad que India es la mayor industria cinematográfica del planeta, que sus producciones llevan a las salas a más de 4.000 millones de espectadores por temporada y que la gala de los Oscar de Bollywood es capaz de reunir frente al televisor a 800 millones de personas.

Las cuentas de Carmena

Pero de ahí a concluir que si se celebra este gran evento en Madrid, miles de turistas indios querrán viajar a España, y que eso animará a los turoperadores a mejorar las conexiones aéreas con Bombay o Nueva Delhi; y que además llevará a productores indios y paquistaníes a contratar a legiones de madrileños como extras de sus fastuosas películas cuando vengan a grabar en la Puerta del Sol o en el Buen Retiro, pues media una catarata de suposiciones en el aire.

Exactamente las mismas que llevaron a autoridades peruanas a mover cielo y tierra para intentar -sin éxito- celebrar en Lima los Oscar de Bollywood de 2012, aventura que se llevó por delante buena parte de la fortuna del empresario turístico estadounidense Akarsh Kolaprath. EL ESPAÑOL se ha puesto en contacto con este operador turístico de Orlando, que ha denunciado a Wizcraft por estafa en los tribunales de Tampa, y ha accedido al escrito de la querella.

El repaso de la documentación aportada al Juzgado, como mínimo, obliga a andarse con pies de plomo ante las promesas de los gestores a los que Manuela Carmena está dispuesta a sufragar. Es extraño que que Wizcraft pidiera a Lima 20 millones de dólares por un certamen por el que ahora sólo solicita 4 millones a Madrid. Esta misma gala la ofreció a Toronto en 2011 por 10,5 millones de dólares, y a Tampa en 2014 por 15 millones de dólares, sin que ninguna de estas dos ciudades haya experimentado un crecimiento constatable del turismo indio.

Como Camps y Mas

El PP votará en contra de la propuesta de Carmena porque no le ofrece suficientes garantías, Ciudadanos se abstendrá y el PSOE no han decidido aún el sentido de su voto. A estas alturas, es evidente que no se puede fiar la inversión de dinero público a la llegada de ingresos quiméricos ni a los supuestos "beneficios intangibles" de la proyección de la imagen de la ciudad. La política de grandes eventos, y más en tiempos de crisis, sólo debe llevarse a cabo sobre seguro y con socios muy fiables.

No hace falta remontarse a la Expo de Sevilla. La nonata Eurovegas, la Barcelona World -que ahora enfrenta a los socios de gobierno de la Generalitat-, o la Fórmula 1 en Valencia deberían haber servido para que los nuevos gobernantes aprendieran la lección. Pero parece que la representante de la nueva política con más poder institucional de España ha tardado unos pocos meses en dejarse tentar por El Dorado que antes acariciaron Artur Mas o Francisco Camps.