La familia Bush destaca por su tendencia genética a la ferretería. Ninguno de sus miembros puede contener la cachondez ante las armas de fuego. Tal vez sea un cromosoma rijoso que viene de antiguo y que los lleva a excitarse con estas cosas. Ya puestos, es posible imaginar su infancia, dando uso masturbatorio al catálogo de armas como si de una revista porno se tratase.

La pasada semana, Jeb Bush siguió con el ejemplo familiar. No supo contener los apetitos venéreos y se fotografió la herramienta para sacarla por los interneles. Una cacharra personalizada, con su nombre en el cañón. Para que se sepa que el arma tiene un dueño que ocupa su puesto en la jerarquía de una sociedad desarraigada, base del Imperio. Gov. Jeb Bush. Con este gesto obsceno, viene a jactarse de su misión en la vida. Una obligación peligrosa cuando se trata de acabar con la gente que le sobra al mundo y que, en su caso, viene a ser la gente que le sobra al Imperio.

La respuesta a tal provocación fue un alboroto gamberro por parte de los usuarios del Twitter. Ante la jactancia de Jeb Bush, empezó a salir peña a contestar, subiendo imágenes que engrasaron con humor el mecanismo de la denuncia. Pistolas de agua, espadas de luz, chorizos criollos, armas prehistóricas, manojos de espárragos y en ese plan, la cosa estuvo un día entero. Ha sido estimulante comprobar cómo el humor es algo más que vía de escape y sirve para engrasar el ingenio de la resistencia activa.

Según las noticias, la pistola ha sido un regalo de una fabrica de armas. Para agradecerlo, Jeb Bush colgó la foto y vino a decir que era un honor recibir un presente de tal calibre, sobre todo porque la fabrica de armas da trabajo a una montonera de gente. Toda una justificación pues, ya sabemos, cuando alguien como Bush habla de trabajo, no está sino hablando de beneficio para el Capital.

Pero no vamos a seguir con lo mismo. Vine a contestar el tweet de Jeb Bush y se me ocurrió hacerlo con un dibujo de cierta parte de mi anatomía. Un garabato gamberro o, ya puestos, mejor una foto en plan chelfi. Porque la libertad de expresión no existe donde no se permiten irreverencias hacia la Autoridad. Si vaciamos de irreverencia la libertad de expresión, tendremos lo más parecido a una pistola sin balas. En fin, que voy a buscar la cámara.