Una carta abierta de Tim Cook expone con claridad la petición que han recibido del FBI para acceder al iPhone 5C de Syed Rizwan Farook, uno de los autores de la masacre de San Bernardino.

El FBI solicita a la compañía que desarrolle un producto nuevo, una nueva versión de su firmware que, instalada en el teléfono reemplazando a la original, desactive funciones como el borrado automático tras varios intentos de acceso fallidos. El FBI juega con las palabras para afirmar que “no piden una puerta trasera, sino ayuda con un dispositivo concreto por una cuestión de seguridad nacional”, pero la cuestión está clara: por un lado, una vez desarrollado ese procedimiento, podría utilizarse con dispositivos similares. Por otro, si la compañía accede, crea un precedente para que el Gobierno solicite acciones similares en otras ocasiones.

En cuestiones que tocan aspectos relacionados con la seguridad, la tentación de recurrir a afirmaciones grandilocuentes como “todo vale si es para evitar otro atentado” siempre existe. Muchos ciudadanos, preguntados sobre esta cuestión, dirían rápidamente que todos debemos colaborar con todo lo que nos pidan si con ello podemos evitar atentados terroristas.

La verdad, sin embargo, es que ese razonamiento resulta enormemente falaz y simplista. Incluso en el momento de más poder de la NSA, cuando supimos gracias a Edward Snowden que tenía acceso a prácticamente todo lo que los ciudadanos tecleaban buscaban o decían, tuvieron lugar atentados que evidencian que la disyuntiva no es tan simple como “te dejo espiar, se acaban los problemas”. No es en absoluto así. Cuando la seguridad de un canal de comunicación es comprometido, los terroristas simplemente utilizan otro. Dado que la cantidad de canales a su disposición es ilimitada, lo que sucede es que los vigilados pasan a ser entonces los ciudadanos normales, los no terroristas, los que no tienen motivos para buscar alternativas. El sistema, simplemente, no funciona así.

La privacidad de las comunicaciones no es un derecho fundamental por casualidad o por exceso de celo. Lo es porque resulta importantísimo como garante de una sociedad democrática y libre. Por el momento, parece que una buena parte de norteamericanos lo están entendiendo así: hay hasta manifestaciones de apoyo a la decisión de Apple en sus tiendas, y cartas de la EFF, de ACLU o de Google alineándose con la compañía.

Tener una opinión formada en este tipo de temas es cada vez más importante. Aunque pueda parecer contraintuitivo, que Apple cediese sería un grave error: ni nos salva, ni nos ayuda. Todo lo contrario. Infórmese, y piénselo.