La documentación que EL ESPAÑOL aporta hoy acerca de la corrupción en el PP resulta definitiva y debería servir, por sí sola, para que la dirección del partido expiara sus responsabilidades de una vez por todas. Sólo una organización podrida hasta los tuétanos podría dedicar la mañana del 11-M a simular donaciones en una cuenta de la fundación del PP madrileño -Fundescam- que pagaba, a la postre, actos de la formación. Las cantidades ingresadas, troceadas en menos de 3.000 euros, seguramente para no levantar sospechas, procedían de donaciones en dinero negro de empresarios de la órbita de este partido.

Resulta atroz constatar que mientras la angustia y el horror paralizaban a España entera, cuando la consternación inundaba Madrid, varios colaboradores de la trama de financiación irregular del PP hacían cola en la oficina bancaria que hay frente a la sede del partido en Génova para hacer al menos doce ingresos. ¿En qué pensarían esas personas mientras aguardaban su turno a sólo tres kilómetros de la estación de Atocha? Su imagen ante el mostrador, con los billetes de procedencia ilegal en la mano, en el día del mayor atentado de la historia de nuestro país es la fotografía de la ignominia.

García-Escudero debe dimitir

Esa insensibilidad indica, seguramente, que el mecanismo de financiación y blanqueo estaba tan automatizado, que ni siquiera se detuvo aquella mañana en la que el terrorismo islamista acabó con la vida de cerca de 200 personas. Los documentos que ahora revela EL ESPAÑOL, y que figuran tanto en la Tesorería nacional del PP como en las cuentas de los populares madrileños, demuestran que el 11 de marzo de 2004 los ingresos de procedencia irregular en Fundescam ascendieron a 30.000 euros.

Si ayer, cuando destapábamos un documento que apunta a la financiación ilegal del PP de Madrid en 2003, sosteníamos que su entonces presidente, Pío García-Escudero, tenía muy difícil continuar como presidente del Senado, hoy debemos exigir su dimisión. Porque en esa fecha, García-Escudero presidía tanto el PP regional como Fundescam. Los ingresos del 11-M que acreditamos con las imposiciones bancarias son tan miserables que incluso admitiendo -que es mucho admitir- que García-Escudero no supiera nada, tiene que asumir su responsabilidad política.

Sin legitimidad para gobernar

El episodio, por otra parte, da mayor credibilidad a la anotación de Luis Bárcenas en la que reflejaba un pago 200.000 euros a la caja B del partido, también el mismo día de la masacre, a cargo de Juan Cotino. El exdirector general de la Policía y expresidente de las Cortes Valencianas admitió que había estado en la calle Génova en esa fecha pero que no vio al tesorero del partido.

El PP no puede esperar un día más de brazos cruzados a que pare el chaparrón de pruebas que acreditan que, durante lustros, ha estado haciendo trampas y burlando las leyes. Sus dirigentes están moralmente inhabilitados y carecen de toda credibilidad porque ni dieron explicaciones convincentes ni emprendieron la necesaria regeneración que requerían los hechos. Rajoy y Cospedal ni siquiera han realizado una investigación digna de tal nombre para aclarar lo sucedido.

Lo último que cabía esperar es que el PP hubiera realizado prácticas corruptas incluso a la sombra de los muertos. Un partido así carece de legitimidad para intentar gobernar España.