El documento base con el que Pedro Sánchez pretende convencer a Ciudadanos y Podemos para que respalden su investidura tiene dos características contradictorias. 

Por un lado demuestra que, por muy alejados que estén unos y otros partidos, con las dosis adecuadas de empeño y renuncia, sí es posible hallar un mínimo común denominador del agrado de todos, incluido el PP, lo que en teoría debería de facilitar las negociaciones futuras.

Por otro lado, sin embargo, como Sánchez se ve obligado a contentar a todo el mundo, su documento incluye políticas incompatibles que lo invalidarían como programa de gobierno: no es posible reducir el déficit mientras se apuesta por “planes de emergencia”, “rentas mínimas”, “bonus de cotizaciones” y políticas expansivas de empleo público, a no ser que luego el detalle de estas medidas acaben aguando uno u otros compromisos.

No disgusta a nadie

El documento presentado este lunes por el aspirante socialista es un grapado de propuestas lo suficientemente genéricas, cuando no cosméticas, como para al menos no disgustar a nadie. En términos generales, Pedro Sánchez ha renunciado o postergado cuantas consideraciones y propuestas del PSOE pudieran ser inaceptables para Ciudadanos, empezando por la reforma de la Constitución para avanzar hacia un modelo territorial federal. Sánchez ha coincidido además con Rivera en su voluntad de pedir a la UE que dé una prórroga de un año a España para reducir el déficit por debajo del 3% y situarlo en torno al 1% en 2019: ambos han justificado la necesidad de flexibilizar el objetivo de déficit para mitigar los efectos de la “herencia de Rajoy”.

Por otro lado, Sánchez ha incorporado una importante agenda de rescate social y ha hecho guiños ideológicos a su izquierda lo suficientemente audaces como para que el propio Pablo Iglesias aplaudiera el documento con sinuosa amabilidad: prohibir el fracking, jubilar las centrales nucleares, adecuar el precio de las matrículas a las rentas, aprobar una ley de muerte digna y garantizar el derecho al aborto podrían ser medidas “inspiradas en Podemos”, como dijo Iglesias.

Coincidencias con los otros

Finalmente, ningún partido podría rechazar las ambiciosas propuestas de regeneración democrática y contra la corrupción que completan el documento del PSOE. La comparación de las 43 medidas que componen el programa para el Gobierno progresista y reformista que quiere presidir Sánchez con las propuestas electorales de sus socios potenciales arroja un resultado elocuente: el PP ha defendido o defiende 19 de ellas y Podemos y Ciudadanos 27, respectivamente (naturalmente no son las mismas). Con este resultado llama la atención la vehemencia con la que los populares exageraron su disconformidad con un programa que tildaron de “vuelta al zapaterismo más radical”.

Con todo, aun probada su capacidad para la prestidigitación pactista, no hay ningún elemento que permita afirmar que el candidato socialista está más cerca de llevar a buen puerto la negociación sobre su investidura. Todo dependerá de la aritmética parlamentaria y de la disposición a relajar o a convertir en obstáculos insalvables los puntos de desencuentro existentes. En este sentido, no deja de ser curioso que Alberto Garzón haya afeado a Pablo Iglesias su empecinamiento en vetar a Ciudadanos del diálogo.

El documento base presentado por el PSOE constituye una partitura que podrían tocar todos los músicos, lo que en modo alguno garantiza que quien lleva la batuta termine siendo capaz de arrancar una sola nota a la orquesta.