Un padre coge a su hija de 5 meses, se la calza en la cadera izquierda y se torea una vaquilla. Tampoco él ha podido dejar a su bebé en casa ni con una cuidadora y, si bien no podrá sacarse la teta para amamantarla por motivos obvios, se marca un derechazo con el capote. Sí, de torero. Además de padre es torero. Gracias a una foto que comparte con sus miles de seguidores evidencia la necesidad de conciliar la vida profesional con la familiar.

Jamás pensé que Fran Rivera y Carolina Bescansa pudieran coincidir en nada ni siquiera con la conciliación familiar de por medio.

Ante las críticas (a la de Podemos también le cayeron por todos lados), asegura que no hay peligro si es él el que sostiene a la criatura. Conoce los toros como si fueran de su propia carne; de hecho le faltan trozos de la suya por enfrentarse a los de esta especie. Que se lo digan a su bajo vientre, salvado por la gracia de Dios como poco. Y lo que torea con la nena en brazos es vaquilla de capea (mínimo 250 kilos), no morlaco de Las Ventas. Justifica este acto como un homenaje a los de su estirpe: Su abuelo hizo lo mismo con su padre, su padre lo hizo con él, él con su primera hija y ahora le toca a la menor aún lactante. Es una tradición familiar; “bautismo” lo llama él. Hay familias que cimentan sus tradiciones perdiéndole el miedo a la muerte.

Perdiéndole el miedo y el respeto, disculpen.

Precisamente fue respeto lo que clamó el padre torero cuando no solo los animalistas saltaron a su yugular: “El respeto es la base de toda sociedad”, escribió en las redes sociales. Y fue en esa misma platea donde otro padre, Ernesto Filardi, autor teatral entre otras muchas cosas incluyendo profesor de Universidad, recuperó otra reflexión del de la capea sobre su concepto del respeto. Fran Rivera condenó los atentados de París con la siguiente reflexión: “La única solución para evitar estos atentados repugnantes de cobardes sin humanidad es evitar que entren en el país”.

Los de la estirpe a la que pertenece el padre torero perdieron el miedo a la muerte pero también el respeto. Por eso él es capaz de negárselo a otros padres que escapan de esa misma muerte a la que él torea. Y tanto unos como el otro lo hacen con sus hijos en brazos.

Para merecerse el respeto no basta con pertenecer a una estirpe; no se confunda caballero. Cuán pernicioso es usar las palabras sin saber el significado que tienen.

Algunos llegan a faltarle el respeto al propio respeto.