Hace unos días murió un hombre inteligente y educado al que yo solo conocía por Twitter. Cuando me enteré, visité su perfil y advertí que su último tuit había sido publicado hacía tan sólo cinco horas. Cuando lo vi por vez siguiente el marcador ya señalaba ocho horas y esa cuenta, que en el momento en el que escribo marca la fecha del dos de diciembre, se me antojó como aquel anuncio de cigarrillos rubios de El Aleph de Borges: me hizo comprender cómo "el incensante y vasto universo ya se apartaba" de él.

Javier Pérez-Cepeda, que para mí era @cchurruca, pinchó en su muro un aforismo genial: "En cada generación hay un selecto grupo de idiotas convencidos de que el fracaso del colectivismo se debió a que no lo dirigieron ellos". Es una descripción tan precisa de la cíclica emergencia populista que les juro que trago si me dicen que es de Arthur Koestler.

Nuestro tuitero hubiera disfrutado con la campaña y nosotros con él, de las chispas que saltarían por la fricción de su ingenio con la mendicante cursilería electoral. A mí me encantan las campañas electorales, que no se me malinterprete, y no soy tan clasista, o tan cínico, como para abominar de que los políticos acudan a hacer espectáculo a programas líderes de audiencia. También asumo que, por lo general, el que vota, lo hace antes por interés que por idealismo. Y que muchas veces se equivoca, que en eso consiste ser adulto.

En una conversación que El País ha editado entre versos sueltos de los partidos, Cayetana Álvarez de Toledo ha rescatado un concepto peligroso en periodo electoral: el de la responsabilidad. "Yo insisto en esto de la responsabilidad porque estamos viviendo un momento de puerilización general", dice y uno se explica por qué ya no va en las listas del PP en estas elecciones.

Conceder responsabilidad al electorado supondría no posponer ni un minuto más el relevo de las tropas francesas en Malí, por ejemplo; o que el presidente asistiera hoy al debate y afrontara a pecho descubierto, sin la intermediación de meninas, los problemas de corrupción del partido en el gobierno.

Este domingo, Pablo Iglesias se dejó ver en los actos del Día de la Constitución e incluso le dio las gracias a la Carta Magna por los servicios prestados. Le tomo la palabra a Jorge Bustos que advierte, animado, que la actualización ideológica del líder de Podemos ya ha alcanzado 1978 y que puede que algún día llegue a 1989 y presente un programa liberal de gobierno. "Vais muy bien", le dijo Rajoy a Iglesias, y con ello demostró qué edad mental atribuye el presidente a los votantes en esta campaña electoral.