Ignacio Lliso y Alberto Valle, son socio y director, respectivamente, en Accuracy
Financiar la defensa europea con inteligencia, no solo en mayor cantidad
El rearme europeo avanza, pero su éxito dependerá de integrar a las pymes en la financiación: son la base tecnológica, pero siguen en desventaja para acceder a los recursos.
Desde el inicio de la guerra en Ucrania, los países de la Unión Europea (UE) han emprendido una misión de rearme a gran escala, con inversiones destinadas a construir un ecosistema industrial de defensa que restaure la soberanía estratégica en el continente.
En 2024, el gasto en defensa aumentó un 19,2 % hasta casi 437.000 millones de euros y para 2030 se prevé una inversión en equipamiento de más de un billón de euros. Sin embargo, el desafío no es solo presupuestario, sino también de implementación.
Los anuncios de inversión contrastan con un ecosistema fragmentado, en el que las pymes tienen importantes dificultades para acceder a fondos públicos europeos, a pesar de representar más del 80 % de los proveedores del sector.
Los instrumentos financieros impulsados por la UE para apoyar grandes programas cooperativos en capacidades militares –como la Acción por la Seguridad de Europa (SAFE), el Fondo Europeo de Defensa, la Facilidad Europea de Apoyo a la Paz o los préstamos garantizados como los del Instituto de Crédito Oficial (ICO)–, tienen dificultades para llegar al conjunto del tejido industrial.
Cerca del 75 % de los fondos asignados no se distribuyen de forma transparente, y la mayoría se canaliza hacia el conjunto del sector industrial a través de programas nacionales o grandes actores industriales, lo que impide que muchas pymes se beneficien de ellos.
Unas 2.500 pymes operan actualmente en el sector de defensa europeo, generando cerca de 160.000 millones de euros en ingresos.
Pese a la extensión de este problema, unas 2.500 pymes operan actualmente en el sector de defensa europeo, generando cerca de 160.000 millones de euros en ingresos.
Estas empresas desempeñan un papel clave en ámbitos como sensores, guerra electrónica, drones o sistemas autónomos. Están altamente especializadas y algunas han demostrado gran capacidad operativa, como Milrem Robotics, Helsing y el unicornio Tekever en Ucrania.
Sin embargo, las pymes siguen enfrentando obstáculos significativos que les impiden crecer, principalmente la escasa capitalización, el endeudamiento, una débil gobernanza y alta dependencia de pocos clientes.
Además, las herramientas financieras disponibles no se ajustan a sus necesidades: la financiación privada suele implicar dilución del capital, gobernanza externa y plazos de salida incompatibles con los largos ciclos del sector de defensa.
Instrumentos alternativos como la financiación mezzanine (híbrido entre deuda y capital) o la deuda convertible con rendimiento limitado podrían movilizar capital sin comprometer la autonomía de los fundadores. Estas fórmulas pueden desplegarse mediante asociaciones público-privadas con retornos diferidos o compartidos.
Las pymes siguen enfrentando obstáculos significativos que les impiden crecer, principalmente la escasa capitalización, el endeudamiento, una débil gobernanza y alta dependencia de pocos clientes.
Asimismo, los fondos combinados cofinanciados por instituciones públicas como el ICO permitirían compartir riesgos en fases tempranas y adaptar los plazos de retorno a las dinámicas del sector. Estos modelos han demostrado ser eficaces en ámbitos estratégicos como la tecnología climática, la salud o el espacio, y podrían adaptarse a defensa.
Otra vía para acelerar la industrialización de tecnologías críticas es la creación de empresas conjuntas o consorcios especializados que agrupen pymes, grandes compañías y grupos industriales. Estos modelos facilitan compartir riesgos, la transferencia de conocimientos y el acceso a programas soberanos mediante la inclusión de socios en redes de proveedores homologados.
En cuanto a las subvenciones públicas, con frecuencia resultan demasiado lentas o limitadas para respaldar fases críticas como la industrialización o el escalado.
En España, el ICO juega un papel clave en la financiación de pymes, pero no existe un vehículo específico de defensa que canalice rápidamente estos recursos hacia las prioridades industriales europeas.
En lugar de crear más herramientas, la prioridad debería ser redirigir la capacidad financiera y los compromisos existentes hacia proyectos industriales de alto impacto, priorizar la claridad financiera frente a criterios como el tamaño, reforzar los servicios de apoyo y acortar los tiempos de tramitación.
La orientación estratégica de las inversiones debe articular a grandes fabricantes, redes de pymes y financiación pública en torno a objetivos comunes de crecimiento.
Para avanzar con eficacia, es necesario alinear los intereses nacionales y europeos, coordinando las herramientas de financiación pública con el capital privado con una adecuada estructuración industrial.
Esto implica fomentar el intercambio transfronterizo de tecnologías sensibles, crear fondos específicos con mecanismos financieros adaptados a las pymes, y desarrollar clústeres industriales coherentes y bien respaldados, en los que las pymes cuenten con apoyo para sostener su actividad de I+D.
La orientación estratégica de las inversiones debe articular a grandes fabricantes, redes de pymes y financiación pública en torno a objetivos comunes de crecimiento.
En conclusión, el reto no es solo invertir más, sino invertir con inteligencia. La soberanía europea en defensa solo será una realidad si la arquitectura de financiación incluye plenamente a todos los actores clave y los impulsa hacia una trayectoria coordinada de crecimiento industrial.
Las pymes constituyen la columna vertebral de la industria de defensa europea y necesitan herramientas adaptadas, estructuras de apoyo más sólidas y un acceso más sencillo al capital para no quedar al margen de las ambiciones industriales de la UE.
*** Alberto Valle e Ignacio Lliso, son director y socio, respectivamente, en Accuracy