Ricardo Nachaman, director de la Unidad de Medicina forense de Israel.

Ricardo Nachaman, director de la Unidad de Medicina forense de Israel. E.E.

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Ricardo Nachman, jefe forense de Israel, tras identificar 1.261 cuerpos: "No son animales ni monstruos, Hamás es diabólico"

El director de las autopsias del 7-O, tras identificar al antepenúltimo rehén devuelto por Hamás: "Estuve en el tsunami de Indonesia, en el terremoto de Haití y en todos los atentados aquí desde 2001, nunca vi nada igual".

Más información: La población en Gaza continúa bajo "condiciones de vida insostenibles" pese al alto el fuego, según Naciones Unidas.

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Las claves

Ricardo Nachman, jefe forense de Israel, ha identificado 1.261 cuerpos tras los atentados del 7 de octubre de 2023, incluyendo a los masacrados ese día y a 83 rehenes que nunca regresaron con vida.

Nachman y su equipo, compuesto por solo cinco médicos forenses, han trabajado bajo extrema presión y han tenido que recurrir a técnicas avanzadas para lograr identificaciones en circunstancias especialmente brutales.

El forense relata la extrema violencia y ensañamiento de los terroristas de Hamás, describiendo mutilaciones y profanación de cuerpos, así como el uso de acelerantes para hacer desaparecer restos humanos.

Hamás ha devuelto a Israel los cuerpos de 28 rehenes durante el alto el fuego, aunque aún quedan dos cuerpos pendientes de ser recuperados, uno de ellos de un trabajador tailandés y otro de un policía israelí.

Aunque desde la frontera aún se escuchen algunos lanzamientos de misiles cada tarde, el alto el fuego se mantiene, pese a que Hamás lo incumple. Ha pasado más de mes y medio desde el acuerdo, los terroristas han reiniciado sus actividades criminales en la Franja, pero la ayuda humanitaria sigue entrando y las tropas de Israel se mantienen replegadas.

Pocas horas después de identificar al antepenúltimo de los 251 secuestrados, el doctor Ricardo Nachaman atiende a un grupo de periodistas españoles en unas oficinas cercanas a sus instalaciones de la Unidad de Medicina Forense, en Tel Aviv.

Si las cuentas son correctas, aunque él no las lleva, ya son 1.261 los cadáveres cuya identificación ha dirigido en el único laboratorio forense del país.

La suma reúne a los masacrados en el sur de Israel aquel 7 de octubre de 2023 y a los 83 rehenes que nunca regresaron con vida. "En estos algo más de dos años desde el atentado, he pasado de trabajar 170 horas semanales a 570".

Quizá pronto acabe esta pesadilla. Este miércoles, después de confirmar la identidad de Dror Or "en apenas cinco horas y media de trabajo", ya sólo quedan dos cuerpos más por "regresar a casa", como se lee en carteles, pintadas, chapas, periódicos, televisiones, servilletas, bolsas de la compra... o en cada esquina de este pequeño país.

Suyo ha sido uno de los trabajos más duros en este tiempo, junto a un pequeño equipo de sólo cinco médicos forenses para todo el país. Su esposa es subdirectora del área de ADN, lo cual ha sido una ventaja en esta (todavía) eterna pesadilla.

"Nunca había visto algo así. Hamás no son animales, ni son monstruos", elabora con los ojos mirando fijo al periodista. "Los animales no hacen estas cosas y los monstruos no existen... no, Hamás son humanos, sacando la parte más oscura y diabólica del ser humano".

"Creer nuestras conclusiones"

Aparte del trauma humano por el atentado que siente todo ciudadano judío, a Nachman le ha tocado depurar su técnica, pasando de las dos jornadas por cadáver a las 12 horas por cuerpo.

Y este miércoles, "no podíamos hacer esperar más a la familia, tras más de dos años", a las poco más de cinco horas que le llevó la pasada madrugada el antepenúltimo cuerpo.

Pero en estos dos años, tuvo que pedir permisos especiales para poder acceder a imágenes de aquel infame día reservadas para altos mandos de la seguridad del país.

"A veces, las evidencias científicas nos daban resultados inimaginables", explica, "y teníamos que cotejarlo con la infinita cantidad de material audiovisual que grabaron los terroristas, para poder creernos nuestras propias conclusiones".

La Cruz Roja entrega a Hamás, este miércoles, los cuerpos de palestinos sin identificar entregados por Israel a cambio del cadáver del secuestrado Dror Or.

La Cruz Roja entrega a Hamás, este miércoles, los cuerpos de palestinos sin identificar entregados por Israel a cambio del cadáver del secuestrado Dror Or. Efe

Añade que "salvajismo es la palabra mínima" que se le ocurre. Que "ver lo que hicieron en cada cuerpo es increíble". Y que la profesionalidad que le permite entender cómo murió cada una de las víctimas, "qué daño sufrió, cuanto tardó en morir", le ha permitido "ver" lo que pasaron todos.

"Y cómo se ensañaron, con los vivos, hasta matarlos, y los muertos, profanando sus cuerpos sin ningún respeto".

Jugar al fútbol

Ahí es cuando explica con palabras asépticas de forense lo que llamaremos mutilaciones: cabezas, genitales, o pechos de mujer, con los que los terroristas llegaron a jugar al fútbol.

Pero a todo ello, se une una circunstancia más en el caso de Nachaman: como casi todo el mundo en Israel, conocía a algunas víctimas.

"He tenido que identificar al hijo de mi primo, y al padre de un amigo de mi hija". Ambos fueron asesinados en el festival Nova, donde algo más de un 10% de los 3.500 asistentes fueron emboscados, tiroteados y, algunos, violados en manada y/o quemados vivos "con acelerantes".

En el salvaje atentado organizado por Hamás, junto a la Yihad Islámica y otros grupos terroristas de Gaza, siempre se dice que fueron asesinados unos 1.200 israelíes. La realidad es que fueron 1.182 los torturados, violados y masacrados.

Y que no todos fueron israelíes, ni judíos.

De hecho, de los dos cadáveres de rehenes que restan por ser devueltos por los agresores, uno de ellos es tailandés, Sudthisak Rinthalak, de 43 años, que trabajaba en los campos de un kibutz atacado desde 2017, y al que el odio eterno de los islamistas al Estado de Israel le pilló en medio.

El otro es Ran Gvili, quien tenía 24 años y era originario de Meitar, en el sur de Israel. Era miembro de la unidad antiterrorista Yasam de la policía del distrito sur y ese día estaba de baja, pero al oír la noticia se vistió de uniforme y se fue al sur a defender a sus conciudadanos.

Ambos murieron el mismo 7-O. Lo mismo que el último identificado, Dror Or, de 48 años, que fue asesinado en el kibutz Be'eri, donde vivía, y su cuerpo fue trasladado a Gaza como "trofeo". También su esposa y sus dos hijos fueron capturados, pero salieron en el primer acuerdo parcial entre Israel y Hamás, en noviembre de 2023.

De la tomografía al comunicado

La Oficina del primer ministro, Benjamín Netanyahu, confirmaba este miércoles en un comunicado que el cuerpo entregado por Hamás en la noche del martes, como parte del acuerdo del alto el fuego, era el de Or. Representantes del Ejército informaron a la familia que su ser querido había sido devuelto a Israel.

Nachaman explica cómo trabaja bajo esta presión moral. Lo primero es asignar un número de identificación que acompañará al cuerpo hasta la familia. Luego viene lo determinante: la tomografía computarizada.

"Se hace una especie de 'virtuopsia'", describe. "No es que hagamos una autopsia virtual, sino que hacemos el diagnóstico por imágenes".

La precisión radica en detalles que no se pueden falsificar, los senos paranasales, por ejemplo. Esas pequeñas cavidades en la frente que cada ser humano posee de forma única. Si existe una radiografía premortem y una tomografía del cadáver, "la comparación genera un resultado científico del 100%".

Pero lo más revelador está en cómo Nachaman se convierte también en investigador de crímenes de guerra.

Sesgo o ciencia

Aunque reciba información sobre cómo murió una persona, su obligación es confirmarlo científicamente. "Hemos tenido varios casos en los cuales Hamás dijo algo y alcanzamos todas las pruebas concretas, al 100%, de que no fue así", comenta.

Hay un caso emblemático, del que prefiere no dar los nombres, aunque en Israel todos lo identifican, porque todos saben cada historia.

Una madre y sus hijos que los terroristas devolvieron afirmando que murieron en un bombardeo israelí. "Los daños corporales de una explosión no son los de un tiroteo. Ni los de una cremación son lo mismo que los de una decapitación", explica, huyendo de datos reales.

En este caso específico, sus análisis revelaron la verdad. "No he encontrado nada que pueda corroborar lo que dijo Hamás. Muy por el contrario. Nada de bombardeo, los huesos están muy bien. Fueron asesinados por asfixia", termina por revelar.

Ante la pregunta inevitable sobre si sus informes, siendo funcionario estatal, pueden tener sesgo político, Nachaman responde con un tono de cierto orgullo.

"Este es un Instituto de Medicina forense neutral. Yo no gano nada diciendo una cosa que no es. Respeto mucho mi nombre y mi profesión. ¡He tenido incluso que salir en contra de mi Gobierno! He ido a testificar contra médicos del Ministerio".

Antropólogos y arqueólogos

Los terroristas documentaron sus actos en vídeo, orgullosos de su entrenamiento. "Usaron acelerantes para hacer literalmente desaparecer cuerpos".

Del mismo modo que los restos humanos de los kibutzim hubieron de ser recuperados con la ayuda de arqueólogos, cada autopsia requiere la ayuda de antropólogos para catalogar fragmentos de hueso. "Como una sola vértebra, en el caso de una niña... ellos logran saber la edad, la raza, el género".

Otra identificación particularmente brutal fue la de una mujer cremada pegada a una criatura de unos 10 años, ambas atadas con alambre. "Todo indica que las ataron en vida y así las prendieron fuego", explica Nachaman.

Aunque no pudo corroborarlo definitivamente:no encontraron las tráqueas para verificar si había hollín..

El Gobierno de Netanyahu reitera que trabaja incansablemente por darle un entierro digno a los dos rehenes caídos pendientes. En este primer mes y medio de alto el fuego, Hamás ha devuelto los cuerpos de 28 rehenes a cambio de cadáveres palestinos retenidos por Israel.

Pero sin completar la primera, las negociaciones para la segunda fase, que contempla reconstrucción y un gobierno de transición sin Hamás, están en suspenso.

Como Nachaman y su esposa, que permanecen en Tel Aviv, a la espera de acabar el trabajo más largo.