El jeque Mansour bin Zayed Al Nahyan, vicepresidente y viceprimer ministro de los Emiratos Árabes Unidos, abandona Doha.

El jeque Mansour bin Zayed Al Nahyan, vicepresidente y viceprimer ministro de los Emiratos Árabes Unidos, abandona Doha. Eissa Al Hammadi Reuters

Oriente Próximo

Los países del Golfo amenazan con romper relaciones con Israel tras el ataque aéreo contra la cúpula de Hamás en Doha

Los líderes del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) estrechan su alianza militar ante la falta de protección de la Administración Trump y afirman que cualquier ataque dirigido contra una de las seis petromonarquías supone "un ataque contra todos".

Más información: Trump reconoce que fue incapaz de detener el ataque de Israel en Doha y promete a Catar que "no volverá a suceder"

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El ataque aéreo israelí del pasado martes contra la delegación de Hamás en Doha hizo saltar las alarmas en el mundo árabe. No entraba en los cálculos de los líderes del Golfo que Catar pudiera sufrir también las represalias del Estado hebreo. Su condición de aliado estratégico de Estados Unidos frenaba cualquier pulsión israelí de lanzar una ofensiva sobre su territorio.

La responsabilidad de acoger a los líderes de Hamás en el exterior quedaba relegada a un segundo plano por su papel de mediador en las negociaciones de alto el fuego. Pero nadie —ni siquiera Donald Trump— pudo disuadir a Benjamin Netanyahu de convertir al Emirato en el sexto país atacado por Israel en menos de dos años.

Catar aparece en la lista junto a la Franja de Gaza, Líbano, Siria, Irak, Irán y Yemen. En algunos registros entra también Túnez, en cuyo puerto de Bizerta los activistas de la Global Sumud Flotilla denunciaron la pasada semana haber sufrido dos ataques con drones.

La operación israelí en el corazón de Doha no consiguió su cometido, sin embargo. El equipo negociador de Hamás —que se encontraba reunido para discutir la última propuesta de tregua de Trump en el momento del ataque— sobrevivió al completo, incluido su líder, Jalil Al Haya. Aunque perdieron la vida cinco miembros de la organización. Entre las víctimas mortales figuraba, además, un agente del servicio de seguridad interior de Catar.

Ninguno formaba parte del buró político del grupo islamista palestino, pero Netanyahu restó importancia al grave error estratégico. El primer ministro israelí dobló la apuesta al asegurar que sus tropas atacarían a los líderes de Hamás cuando y donde fuera preciso. El mensaje que quiso transmitir es que nadie estaba a salvo.

Trump, cómplice o impotente

La Administración Trump demostró que tampoco puede garantizar la seguridad de sus socios en la región si es Israel quien ataca. La portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, lamentó la operación en territorio catarí, reconoció que no contribuía a sus objetivos y prometió a la familia real Al Thani que no volvería a suceder. Aunque consideró al mismo tiempo que los miembros del equipo negociador de Hamás eran "objetivos legítimos".

El secretario de Estado, Marco Rubio, ni siquiera sacó a colación este lunes el ataque israelí en Doha durante su comparecencia conjunta con Netanyahu desde Jerusalén. El jefe de la diplomacia estadounidense aterrizó el domingo en Tel Aviv en el marco de una gira regional que le llevará este martes a visitar Doha para convencer a las autoridades cataríes de retomar las labores de mediación en las negociaciones de alto el fuego en Gaza.

Por su parte, el primer ministro hebreo aprovechó la presencia de Rubio para remarcar ante la prensa que "la alianza americano-israelí nunca ha sido tan fuerte como ahora". Unas palabras pronunciadas en la antesala del asalto definitivo a la Ciudad de Gaza. Operación con graves implicaciones humanitarias.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, levanta el puño antes de subir al Marine One.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, levanta el puño antes de subir al Marine One. Evelyn Hockstein Reuters

Las petromonarquías cierran filas

Los miembros del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) tomaron buena nota de lo sucedido. Por eso, sus líderes convocaron este lunes una cumbre extraordinaria en Doha para adoptar una serie de medidas conjuntas contra el Estado hebreo.

El comunicado conjunto del grupo condenó "en los términos más enérgicos" el ataque israelí. Un ataque dirigido contra un área "densamente poblada, cercana a escuelas, embajadas y jardines de infancia" que la organización describió como una "violación de la soberanía catarí, un acto de agresión grave, una escalada inaceptable y una violación flagrante del derecho internacional y de la Carta de la ONU".

Los líderes árabes, con el emir catarí Tamim bin Hamad Al Thani y el príncipe heredero saudí Mohamed bin Salmán a la cabeza, pusieron de relieve que su seguridad "es indivisible" y que un ataque contra un país miembro del Consejo "se considera un ataque contra todos".

En este sentido, los jeques ordenaron convocar de urgencia al Consejo de Defensa Conjunto, el órgano encargado de coordinar la política de seguridad de Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Baréin, Omán y Catar. Una suerte de OTAN árabe para contener las amenazas israelíes.

En la nota, los líderes del Golfo también advirtieron que "la continuación de estas políticas israelíes socava los esfuerzos de paz y pone en riesgo los acuerdos actuales y futuros con Israel". Era una referencia velada a los Acuerdos de Abraham, un hito diplomático que sirvió para normalizar las relaciones de Israel con Emiratos y Baréin —miembros del Consejo de Cooperación del Golfo— y Marruecos y Sudán.

La víspera, el primer ministro catarí, Mohammed bin Abdulrahman Al Thani, había adelantado en la emisión en directo de la CNN que esperaba "una respuesta colectiva al ataque israelí" en los próximos días.

"El ataque israelí en Doha cruzó una línea roja", subraya en conversación con este periódico Yousef Munayyer, miembro sénior del Arab Center de Washington. "Esta vez se trató de un ataque dentro de un país aliado de Estados Unidos, que además tiene una relación de seguridad muy estrecha con Washington, y eso no impidió que Israel llevara a cabo un ataque allí".

"Para muchos países de la zona que están pensando en su futuro y en el desarrollo de sus economías —prosigue el analista— lo más importante es que la región sea segura, pacífica y, sobre todo, predecible. Y ahora la región está, en buena medida, bajo la sombra de un Gobierno israelí que es cualquier cosa menos predecible".

"Esta cuestión va a acercar más a los países del Golfo entre sí", anticipa Munayyer. "Pero también va a obligar a toda la región a abordar esta cuestión de una forma más integral y cooperativa, porque es evidente que ya no se trata sólo de una amenaza para los palestinos, sino de una amenaza para toda la existencia y el desarrollo de la región".

Netanyahu propone autarquía

A expensas de conocer la respuesta definitiva, Israel no descarta lanzar una nueva operación militar contra Irán. "La operación León Creciente terminó en una victoria israelí contundente, pero habrá rondas adicionales contra Irán", remarcó este lunes el director general del Ministerio de Defensa, Amir Baram, durante una conferencia del Ministerio de Finanzas celebrada en Tel Aviv.

"Los iraníes no han desaparecido; están en una sensación difícil de humillación, por eso invierten masivamente tanto en seguridad como en procesos acelerados de construcción de fuerzas", apostilló.

En el mismo foro, Netanyahu emitió por primera vez una señal de alarma ante la posibilidad de quedar aislado en la escena internacional. Una amenaza que el primer ministro israelí vinculó a países como Catar o China. Países que, subrayó, influyen en la opinión pública a través de campañas en redes sociales.

"Esto cambia la situación internacional de Israel. Tendremos que invertir grandes sumas en esto. Es un tipo de aislamiento", insistió. "¿Podremos salir de este aislamiento? Sí. Soy partidario del libre mercado, pero necesitaremos tener características autárquicas".

El primer ministro israelí propuso emular a la pequeña Esparta. "Tendremos que desarrollar aquí industrias de armamento (…) Tenemos que recortar la burocracia de forma draconiana. Sé que esto, como de costumbre, se topará con resistencia. Habrá objeción por parte de los sectores jurídicos, pero la vida es más importante que la ley", sentenció.

El regreso de los asentamientos

Mientras tanto, el ministro israelí de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, anunciaba este lunes desde la localidad jerosolimitana de Beit Shemesh que ya está planificando "el próximo barrio para policías, que estará en uno de los lugares más hermosos de Oriente Próximo".

"Terminaremos la victoria en la Ciudad de Gaza y allí estableceremos un lujoso barrio para policías con vista al mar", adelantó Ben Gvir durante la ceremonia de Rosh Hashaná (el Año Nuevo judío). "El asentamiento trae seguridad, y ha llegado el momento de establecer asentamientos judíos en Gaza. No será solo vivienda, será un símbolo de nuestra fe y de nuestra visión".

Las declaraciones del líder de la extrema derecha religiosa muestra a las claras que los planes del sector más radical del Gobierno de Netanyahu no contemplan abandonar sus posiciones en la Franja cuando termine la guerra.

Ben Gvir y su socio Bezalel Smotrich son los únicos miembros del Gobierno que parecen tener un plan definido para la posguerra en Gaza. Mientras, Netanyahu sigue guardando silencio. Hasta el punto de que ni siquiera el jefe del Estado Mayor del Ejército, Eyal Zamir, conoce sus verdaderas intenciones.

Según adelantó Yedioth Ahronoth, el diario de mayor circulación en Israel, Zamir confesó el pasado viernes durante una reunión a puerta cerrada en la Knéset que el primer ministro no está compartiendo con el estamento militar los próximos pasos que pretende dar en la ofensiva total en Gaza. Una guerra cuyo recuento de víctimas palestinas supera las 200.000, según los cálculos de Herzi Halevi, el predecesor de Zamir en el cargo.