Manifestantes protestan contra los ataques israelíes en Siria , en Hama, el pasado 4 de mayo.

Manifestantes protestan contra los ataques israelíes en Siria , en Hama, el pasado 4 de mayo. Reuters

Oriente Próximo

Israel intensifica su ofensiva en Siria con el pretexto de proteger a la minoría drusa

Solo hizo falta un audio falso blasfemando al Profeta para que estallara una oleada de violencia sectaria a finales de abril en barrios mixtos al sur de Damasco.

Más información: Al menos un muerto y cuatro heridos en una nueva oleada de bombardeos de Israel en Siria

Estambul
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La estrategia de Israel en Siria responde menos a una amenaza concreta del nuevo gobierno islamista de Damasco que a un trauma estratégico no resuelto tras el ataque de Hamás del 7 de octubre, según expertos consultados por EL ESPAÑOL.

Mientras el ejecutivo interino sirio, liderado por antiguos miembros de Hayat Tahrir al-Sham (HTS, desvinculado tácticamente de Al-Qaeda en 2016) y su nuevo presidente, Ahmed al-Sharaa, han mostrado cautela y señales de apertura –como el respeto al acuerdo de separación de fuerzas de 1974 y la disposición, bajo condiciones, a explorar un eventual acuerdo de paz con Israel–, en Jerusalén predomina una lógica de reacción preventiva.

A ello se suma el temor a un eje sirio-turco fortalecido tras la caída de Al Asad y las presiones internas de la comunidad drusa israelí. Sin embargo, como advierte Aaron Y. Zelin, investigador en The Washington Institute, muchos drusos sirios rechazan la injerencia israelí, y recuerdan que Jerusalén no los protegió cuando sufrían bajo el régimen anterior.

Con los Emiratos mediando discretamente y la posibilidad de un contacto entre Ahmed al-Sharaa y Donald Trump en el horizonte, el tablero podría reordenarse pronto.

La falsa blasfemia que encendió la llama

Solo hizo falta un audio falso blasfemando al Profeta para que estallara una oleada de violencia sectaria a finales de abril en barrios mixtos al sur de Damasco. El mensaje, viral en redes, fue atribuido erróneamente al clérigo druso Sheikh Marwan Kiwan, quien negó rotundamente su implicación. El Ministerio del Interior sirio confirmó que la grabación era falsa.

Aun así, excombatientes islamistas integrados en los Servicios Generales de Seguridad atacaron posiciones drusas. Los drusos se armaron y repelieron los ataques. El saldo, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (SOHR), fue de al menos 101 muertos, entre civiles y milicianos de ambos bandos. La sospecha sobre operaciones de desinformación, como la grabación falsa, va en aumento.

Israel respondió con ataques aéreos el 30 de abril, considerados por SOHR los más violentos en lo que va de año, con al menos 9 muertos en la provincia de Deraa. Tel Aviv justificó la ofensiva como una defensa de la comunidad drusa, una minoría religiosa y étnica del Levante, con raíces en el islam ismaelita pero con una doctrina esotérica, que durante la guerra civil siria fue aliada táctica de Assad.

La sospecha sobre operaciones de desinformación y provocaciones intencionadas, como la grabación falsa del sheikh druso, está creciendo.

La intervención israelí ha sido condenada por Qatar, Arabia Saudita y Jordania, que la consideran una violación de la soberanía siria. Simultáneamente, los Emiratos Árabes Unidos han mediado en conversaciones indirectas entre Israel y Siria centradas en seguridad e inteligencia, aunque excluyen asuntos militares. La ONU y Francia han condenado tanto la violencia sectaria como los ataques israelíes, pidiendo moderación y respeto al derecho internacional.

La estrategia de Israel ante una amenaza mínima

La protección de los drusos se enmarca en una estrategia de Israel para mantener Siria fragmentada tras la caída de Asad. Dentro de la propia comunidad drusa hay divisiones sobre la necesidad o no del apoyo de Tel Aviv. Israel mantiene también contactos con milicias kurdo-sirias del noreste con el mismo objetivo.

El analista Zelin, en declaraciones a este diario, enmarca este incidente en una dinámica más amplia de “reacción preventiva” israelí. Tras el trauma del ataque de Hamás del 7 de octubre de 2023, afirma, Israel actúa bajo la lógica de “tolerancia cero ante cualquier potencial amenaza”, incluso si el nuevo gobierno sirio no representa hoy una amenaza activa ni tiene un historial centrado en Israel. Lo que vemos, sugiere, es una sobrelectura intencionada del contexto, donde Israel interpreta el caos interno (sectarismo, milicias suníes, cambio de régimen), como preludio inevitable de una amenaza futura.

Desde el ataque terrorista de 2023, Israel llevó a cabo ataques aéreos frecuentes contra objetivos iraníes y sirios –incluyendo blancos en Damasco– para con los que desbarató infraestructuras militares conjuntas de Irán, Siria y Hezbollah antes de que se consolidaran. A continuación, tras la caída del régimen sirio el 8 de diciembre de 2024, Tel Aviv tomó parte del territorio fronterizo y ha llevado a cabo ataques estratégicos ante los que el nuevo gobierno no ha respondido.

La analista Carmit Valensi (del INSS) ha destacado que Israel declaró explícitamente una “política de acercamiento a minorías” tras los cambios en Siria, comprometiéndose a apoyar a los kurdos y a “proteger a los drusos por medios militares, si fuese necesario” frente al auge de milicias islamistas.

Zelin subraya que, desde la perspectiva israelí, “están actuando de forma proactiva”, pero que el nuevo gobierno en Siria “no es comparable a la amenaza de Hamás en Palestina o Hezbolá en Líbano”. Estos grupos han centrado su razón de ser en atacar a Israel. HTS y la mayoría de los sirios, en cambio, llevan catorce años centrados en derrocar a Asad.

El nuevo eje turco-sirio

Aunque Siria tiene una posición geoestratégica única para que Irán envíe armas a través de su territorio con el posible objetivo de resucitar a Hamás y a Hezbolá, hay otras consideraciones por parte de Israel: lo que más parece preocupar ahora a Benjamín Netanyahu es el poder de Turquía en la nueva Siria.

En primer lugar, “Israel teme pasar de la amenaza de Irán en su frontera a una relación estrecha entre el nuevo gobierno sirio y Turquía”, explica Zelin. Pero las motivaciones turcas son internas: el presidente turco, Recep Tayyip Erdoğan quiere una Siria estable, en parte para facilitar “el retorno de los más de tres millones de refugiados sirios y aliviar la presión política en el ámbito doméstico turco”.

En segundo lugar, Turquía quiere limitar el poder de las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF), una coalición militar liderada por milicias kurdas (especialmente las YPG) que han combatido al Estado Islámico (ISIS) en el noreste de Siria, con apoyo de EEUU y la coalición internacional.

Según Zelin, precisamente porque las SDF han sido un actor clave en la lucha contra el grupo terrorista, Ankara “está intentando posicionarse como el principal país involucrado en la lucha contra el ISIS, aunque en realidad no tiene capacidad para hacerlo al mismo nivel que EEUU y la coalición internacional”. Pero, de nuevo, “la postura de Turquía responde a consideraciones internas” como su preocupación de seguridad respecto al grupo terrorista PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán), aliado de las YPG, “y no con Israel, aunque esta sea la percepción israelí”, agrega el analista.

Existe una consideración menor por parte de Israel, y es el hecho de que la comunidad drusa israelí está muy implicada en algunas de estas políticas y preocupada por el destino de la comunidad drusa siria, “aunque la mayoría de drusos sirios no quieren la ayuda de Israel”, explica Zelin: “La mayoría de ellos se preguntan dónde estaba Israel cuando Assad estaba en el poder, si realmente entonces les importaba el destino de los drusos”.

Para suavizar tensiones, aparte de Emiratos, existen canales indirectos entre Israel y Turquía vía Azerbaiyán. Zelin anticipa posibles novedades: “Hay rumores sobre una posible reunión entre Trump y al-Sharaa” la próxima semana en Riad. Ese encuentro podría desbloquear el levantamiento de sanciones a Siria y reordenar la política internacional hacia el nuevo gobierno. “Podría cambiar las reglas del juego y las políticas, y también forzar a Israel y al propio gobierno estadounidense a seguir otra vía”, afirma el analista. No obstante, Trump ha estado evitando este encuentro con el nuevo líder sirio en los últimos meses en diversas ocasiones.

La violencia sectaria en Siria es uno de los múltiples puntos débiles que afronta la reconstrucción del devastado país. Desde marzo, más de 1.300 alauitas (secta a la que pertenecía el depuesto Assad) han sido asesinados en Siria por milicias extremistas adscritas al nuevo gobierno, según ha documentado SOHR y condenado Amnistía Internacional como un riesgo de “limpieza étnica”. La comunidad cristiana de Maaloula ha expresado también preocupación ante la posibilidad de que la violencia sectaria se dirija hacia ellos.

Explotar la violencia étnica no solo reabre las heridas de la guerra civil, sino que pone en riesgo la estabilidad justo cuando los actores de la región intentan normalizar de forma controlada el volátil país árabe. En círculos estratégicos israelíes, analistas como Shira Efron y Danny Citrinowicz, advirtierten que Israel podría estar incurriendo en una “peligrosa sobreextensión en Siria” que “podría crear un nuevo enemigo donde actualmente no lo hay”.