Acto de campaña para las elecciones parlamentarias en Teherán, Irán, el 27 de febrero de 2024.

Acto de campaña para las elecciones parlamentarias en Teherán, Irán, el 27 de febrero de 2024. Majid Asgaripour Reuters

Oriente Próximo

Irán vota por primera vez desde la muerte de Amini con visos de una alta abstención como protesta

Con una gran mayoría de reformistas y moderados inhabilitados, las elecciones podrían inaugurar una nueva era de represión. 

1 marzo, 2024 02:47

Más de 61 millones de iraníes están convocados a votar el 1 de marzo en las primeras elecciones después de las protestas masivas de 2022, lideradas por mujeres que, bajo el lema "Mujer, Vida, Libertad", se alzaron contra la ley del hiyab y otras normativas discriminatorias y opresivas. Estas manifestaciones, desencadenadas por la muerte bajo custodia de Mahsa Amini, una joven detenida por la policía de la moral por llevar el hiyab de forma inapropiada, fueron reprimidas duramente por el gobierno, aunque las demandas de cambios continúan y muchos iraníes consideran boicotear la votación en un acto de protesta

Los comicios se presentan como una prueba de fuego para la popularidad de los clérigos en medio de un creciente ambiente de tensión política y social que se une a un momento económico complicado. Por el momento, se prevé que la participación electoral alcance mínimos históricos debido a la descalificación de numerosos candidatos críticos al gobierno actual de línea dura que, según los grupos de derechos humanos, han incrementado la represión en respuesta a las protestas. 

Durante la jornada electoral, habrá dos comicios distintos. Por un lado, se celebrarán elecciones al Parlamento, donde unos 15.000 candidatos compiten por 290 escaños y, por otro, a la Asamblea de Expertos, en el que compiten 144 aspirantes para ocupar los 88 escaños del órgano encargado de supervisar y elegir al líder supremo. El ayatolá Alí Jamenei, que ostenta el cargo más alto de la República Islámica desde hace más de tres décadas, tiene actualmente 84 años, por lo que la Asamblea entrante elegirá a su sucesor si fallece durante los ochos años de mandato del órgano. 

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Sin embargo, a pesar de que las elecciones desde la Revolución de 1979 nunca han sido consideradas libres ni justas, las de 2024 están siendo las más restringidas en décadas, quizás incluso en la historia de la República Islámica, según señalan los analistas. En este contexto, los líderes religiosos están haciendo esfuerzos desesperados por aumentar la participación, apelando al sentido de deber y resistencia entre la población iraní, especialmente en medio del conflicto entre Israel y Gaza, con el fin de reforzar su legitimidad.

Dos hombres ponen carteles de campaña en Teherán.

Dos hombres ponen carteles de campaña en Teherán. Majid Asgaripour Reuters

En unas declaraciones para Tehran Times, Jamenei subrayó el carácter imperativo de la protección de la unidad nacional como responsabilidad fundamental del pueblo. “Todo el mundo debe tener en cuenta que el cumplimiento de estos deberes y responsabilidades es un acto de yihad para enfrentarse al enemigo, porque ellos no quieren que se cumplan estos deberes. Por eso están en contra de cualquier acción positiva que se emprenda en la República Islámica”, afirmó. 

¿Es posible cambiar algo?

La posibilidad de lograr avances significativos en las libertades sociales en Irán a través de procesos electorales es bastante complicada, dado que el sistema político está estructurado de manera que las elecciones no tengan un impacto significativo en el cambio. Desde finales de los años 90, la política electoral de Irán se ha limitado a dos facciones. Por un lado, los reformistas o eslahtalabs, que apoyaron la presidencia de Mohammad Jatamí (1997-2005) y abogaron por diversos grados de democratización. Por otro lado, una línea dura conservadora u osoolgerayan, que se opusieron a los moderados y apoyaron un gobierno autoritario del líder supremo. 

No obstante, en los últimos tiempos, el papel de los moderados ha experimentado una drástica reducción. En estos comicios, al igual que en las elecciones de 2020 y en las presidenciales de 2021, aunque en una escala aún más drástica según el Council of Foreign Relations (CFR), la mayoría de los reformistas y conservadores centristas han sido inhabilitados. En la actualidad, tanto el gobierno como el parlamento, el poder judicial y la Asamblea de Expertos están bajo el control de personas aprobadas por el líder supremo. 

Varias personas pasan junto a una pancarta de la campaña para las elecciones parlamentarias durante el último día de campaña electoral en Teherán.

Varias personas pasan junto a una pancarta de la campaña para las elecciones parlamentarias durante el último día de campaña electoral en Teherán. Majid Asgaripour Reuters

La Constitución iraní concede al líder supremo, que ejerce como jurista guardián, el cargo de jefe del Estado y le confiere amplios poderes basados en la premisa de que la autoridad política emana de la autoridad religiosa. Entre las diversas atribuciones del líder supremo se incluyen la formulación de políticas nacionales y la supervisión de su implementación, así como el mando de las fuerzas armadas y el nombramiento de los jefes militares, del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica y de la policía. Aunque la asamblea también cumple funciones como órgano asesor del líder supremo y teóricamente tiene la facultad de supervisarlo o destituirlo, en la práctica nunca lo ha hecho.

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No votar la represión

La participación electoral ha experimentado una continua disminución en los últimos años debido a la pérdida de confianza en el régimen. Mientras que las generaciones anteriores abrazaron la idea de la "reforma a través de las urnas", en la actualidad, los iraníes perciben las elecciones como un mero "espectáculo", tal y como explicó Alex Vatanka, fundador del Programa sobre Irán del Middle East Institute de Washington, en una entrevista con CNN.

Las elecciones parlamentarias de 2020 registraron la participación más baja en las últimas 11 elecciones con un 42%. Hasta entonces, la participación había superado sistemáticamente el 50%, alcanzando un 62% en los comicios de 2016. En las últimas elecciones presidenciales que llevaron al poder al político de línea dura Ebrahim Raisi en 2021, la participación fue del 48,8%, en contraste con el 85% de 2009. Hubo un tiempo en que las elecciones eran competitivas, pero en los últimos años, los iraníes sólo pueden elegir entre candidatos conservadores. 

En estos comicios, los nombres de los candidatos se han anunciado con menos de dos semanas de antelación y la campaña electoral comenzó 10 días antes. Con tan poco tiempo para decidir el voto, es muy probable que muchos votantes opten por no ejercer el sufragio. Según afirmó Holly Dagres, investigador del Atlantic Council, a la CNN, se prevé que las elecciones legislativas de este año “tengan la participación más baja en los 45 años de historia de la República Islámica”.