El presidente iraní, Ebrahim Raisi, con su homólogo venezolano, Nicolás Maduro, el martes en Caracas.

El presidente iraní, Ebrahim Raisi, con su homólogo venezolano, Nicolás Maduro, el martes en Caracas. Gobierno de Irán

Oriente Próximo

Cortejar a Latinoamérica, fabricar drones en Rusia y abrirse a EEUU y Riad: Irán amplía su influencia global

Teherán reaparece en el tablero internacional tras la crisis de las protestas con la idea de llevar la voz cantante en un mundo en transición.

18 junio, 2023 03:50

El régimen de los ayatolás ha vuelto a escena. Medio sofocada ya la crisis social que sufrió tras la muerte de Mahsa Amini, Irán está dando pasos de gigante en el tablero internacional para hacer al mundo saber que está de regreso. Y con las pilas cargadas: recientemente, la Casa Blanca ha hecho público que Teherán y Moscú habían empezado a construir en suelo ruso una fábrica de drones de ataque. Mientras corría la voz, una comitiva iraní se encontraba en Arabia Saudí para reabrir la embajada persa en Riad como parte de una normalización de las relaciones entre ambos países, rotas desde 2016.

Por si los rumores de la fábrica rusa y el acercamiento a Arabia Saudí no habían puesto ya al país en el foco, esta semana se conocía que Teherán y Washington están negociando en secreto la reactivación del acuerdo nuclear, interrumpido en 2015. Al mismo tiempo, el presidente iraní, Ebrahim Raisi, se encontraba en una gira de Estado en la que visitó a sus principales aliados latinoamericanos, y a su vez los enemigos íntimos de EEUU en el hemisferio americano: Cuba, Nicaragua y Venezuela.

En su tour por el Caribe, el presidente iraní y cuatro de sus ministros firmaron acuerdos de energía y comercio con sus socios americanos. Pero la cooperación entre estos países, los más sancionados por Occidente, no se queda en lo económico. Como dijo Raisi en Caracas: "Las relaciones entre Irán y Venezuela no son lazos diplomáticos normales. Son estratégicos". Nicolás Maduro agradeció a su homólogo persa su visita prometiendo un busto de Qassem Soleimani —el general asesinado por EEUU en Irak— en el Panteón Nacional donde descansa Simón Bolívar, y Daniel Ortega hizo lo propio en Nicaragua honorando a Solemaini como un mártir "del imperialismo yanqui".

El presidente de Irán, Ebrahim Raisi, desciende del avión tras aterrizar en Nicaragua.

El presidente de Irán, Ebrahim Raisi, desciende del avión tras aterrizar en Nicaragua. Gobierno de Irán

Muchos verían el coqueteo de Irán con estos pequeños países como una provocación a su gran vecina del norte: EEUU. En Washington, al menos, la visita de Raisi fue así percibida por algunos: María Elvira Salazar, presidenta del Subcomité para el Hemisferio Occidental de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, interpretó el viaje como seña del fracaso de la política exterior de Joe Biden, que "ha permitido que los peores actores del mundo penetren impunemente en nuestro hemisferio", según declaró a Fox News.

Aunque lo que Teherán busca en Caracas, La Habana y Managua no es dinero, el propósito directo de este estrechamiento de lazos tampoco es provocar a Washington. El analista político Daniel Bashandeh cuenta a EL ESPAÑOL que, para Irán, se trata más bien de "posicionarse al frente de la agenda internacional, en las que a raíz de las protestas nacionales durante los últimos meses perdió protagonismo". Aplacadas ya las manifestaciones, y acallada en gran medida la consigna "Mujer, vida, libertad", es hora de que el régimen iraní desempolve su influencia geopolítica para recuperar legitimidad tanto fuera como dentro del país.

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Por ello, Bashandeh propone plantearnos esta gira latinoamericana como una pasarela para Irán, en la que el Gobierno "busca mantener el eje revolucionario y, de alguna forma, posicionarse como actor clave. A Raisi no le interesa volver a casa con acuerdos económicos, sino asegurarse de que Irán volverá al status quo previo a las protestas". De hecho, la misma táctica fue llevada a cabo por Ahmadineyad cuando visitó Latinoamérica en 2009.

El régimen persa también está tratando de "marcar la agenda" en otros escenarios: en Oriente Próximo, el insólito acercamiento a Arabia Saudí es otra manera para Irán de sacar músculo, y hacer ver al resto que las decisiones que se toman en Teherán pueden cambiar el rumbo de la política internacional. Con la normalización de las relaciones diplomáticas entre las dos potencias regionales, se podrán desbloquear muchos impasses y tensiones geopolíticas: Siria ha sido el primer ejemplo, con la readmisión de Bachar al Asad a la Liga Árabe, de la que había sido expulsado hace doce años. Otro frente en el que se esperan avances es el yemení, donde Arabia Saudí e Irán se disputaban desde hace años la hegemonía regional.

El jefe de Asuntos Consulares de Irán y su homólogo saudí inauguran la embajada persa en Riad, el 6 de junio.

El jefe de Asuntos Consulares de Irán y su homólogo saudí inauguran la embajada persa en Riad, el 6 de junio. Reuters

El diálogo entre Riad y Teherán puede ser significativo para el futuro de Oriente Próximo. Para Bashandeh, este acercamiento desvela dos realidades: en primer lugar, que el mundo cae, cada vez más, del lado multilateral: "El orden liberal está en crisis, y países como Arabia Saudí están dispuestos a salir de la órbita de EEUU". En segundo lugar, "el estilo más pragmático y menos ideologizado de la diplomacia de Raisi", cuya pretensión no es provocar a EEUU sino, en realidad, llevar la voz cantante en un mundo en transición en el que el enemigo es Occidente.

De puertas para adentro, la repentina implicación de Raisi en tantas y tan diversas negociaciones es una "forma de justificarse y cerrar filas internas dentro del régimen". El líder supremo de Irán, el ayatolá Alí Jamenei, de 84 años, no tiene un heredero claro que le tome el relevo.

Dos iraníes caminan junto a un mural con la bandera nacional, el en 12 de junio en Teherán.

Dos iraníes caminan junto a un mural con la bandera nacional, el en 12 de junio en Teherán. Reuters

Por ello, Bashandeh pronostica una crisis institucional que Raisi estaría tratando de ganar por adelantado: si se desatara un conflicto dentro del sistema por la sucesión de Jamenei, la sociedad civil podría aprovechar la oportunidad para reanudar las protestas que tanto ha costado reprimir, y el modelo de República islámica podría verse en peligro. Para evitar fisuras, más desobediencia civil y un futuro incierto, el presidente Raisi opta por tratar de convencer a su pueblo de que ahí afuera hay un enemigo externo al que están consiguiendo plantar cara.