El presidente estadounidense Trump, con el presidente ruso Putin en Alaska. Reuters
EEUU y Rusia suspenden la cumbre de Budapest porque Putin se niega a la tregua y sólo pide la rendición de Ucrania
Trump dice que no quiere "tener una reunión inútil" con el presidente ruso y el Kremlin le responde: "Nadie quiere perder el tiempo".
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La Casa Blanca dice ahora que no está previsto que Donald Trump y Vladímir Putin vayan a reunirse "en el futuro inmediato". La cadena NBC había informado esta misma tarde que las negociaciones entre el secretario de Estado, Marco Rubio, y el ministro ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov, para organizar el encuentro en la capital de Hungría estaban "en pausa" por la negativa del Kremlin a aceptar una tregua en Ucrania.
El pasado jueves, tras mantener una conversación telefónica de algo más de dos horas con Putin, Trump anunció a través de una publicación de Truth Social que tenía previsto darse cita con el presidente ruso en Budapest. "Será dentro de unas dos semanas, más o menos, bastante pronto", aseguró.
Esa posibilidad queda descartada porque, según la CNN, Rubio y Lavrov demostraron tener en su primer contacto telefónico del lunes "expectativas diferentes" sobre la forma de abordar las negociaciones. Por eso, dice la Casa Blanca, su encuentro "ya no es necesario".
El Kremlin desmintió esta versión. "Escuchen, tenemos un entendimiento entre los presidentes, pero no podemos posponer algo que no se ha concretado", comentó el portavoz Dmitri Peskov, que justificó el retraso alegando que ni Putin ni Trump habían dado "fechas exactas" tras su conversación.
"No se puede posponer algo sobre lo que no ha habido ningún acuerdo. No ha habido ningún entendimiento —ni siquiera nos hemos aproximado— sobre las fechas o el lugar de tal contacto", apuntó después Serguéi Riabkov, el número dos de Lavrov.
El anuncio de la Casa Blanca demuestra, sin embargo, que las posturas de Washington y Moscú siguen estando muy alejadas en lo relativo a Ucrania. Algo que quedó demostrado tras la cumbre del pasado mes de agosto en Alaska.
"No quiero tener una reunión inútil", confesó este martes el mandatario estadounidense cuando los periodistas le preguntaron por la suspensión de su encuentro con Putin. "No quiero perder el tiempo, así que veremos qué pasa", insistió Trump, visiblemente decepcionado con la negativa de su homólogo ruso a su propuesta de congelar los combates a lo largo de la línea del frente actual.
"Nadie quiere perder el tiempo. Ni el presidente Trump ni el presidente Putin", replicó a primera hora del miércoles Peskov, que aclaró que la intención de organizar la cumbre sigue en pie. "Son dos presidentes acostumbrados a trabajar de forma eficiente y con alta productividad", añadió. "Pero la eficacia siempre requiere preparación".
El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, asegura que los preparativos de la cumbre en Budapest se mantienen pese al aplazamiento de la Casa Blanca. "Los preparativos para la cumbre de paz continúan. La fecha aún no se ha determinado. Cuando llegue el momento, la organizaremos", escribió este miércoles en Facebook el mandatario ultraconservador, que aspiraba a ser mucho más que un mero anfitrión en las conversaciones.
Su ministro de Asuntos Exteriores, Péter Szijjártó, que había viajado a Washington para acercar posturas entre las partes, lamentó que hasta la celebración de la cumbre "cabe esperar una oleada de filtraciones, noticias falsas y declaraciones que afirmen que no se llevará a cabo".
Posturas alejadas
De acuerdo con la agencia Reuters, el Kremlin le hizo saber este fin de semana a la Casa Blanca a través de un documento informal que pretende tomar el control de toda la región del Donbás. Una postura que, llevada a la práctica, rechaza la propuesta de Trump, que pidió a las partes congelar la guerra a lo largo de la línea del frente actual.
"El objetivo de Washington es congelar la guerra: detener los combates y contener la escalada. Moscú, sin embargo, ve pocos incentivos: aún mantiene la ventaja militar y conserva el dominio de la escalada en el ámbito energético", explica el analista Balázs Jarábik. "El objetivo de Rusia es distinto: mantener a Trump implicado y transformar el actual diálogo ad hoc en un proceso estructurado, uno que vincule a Ucrania con una discusión más amplia sobre la seguridad entre Estados Unidos, Rusia y Europa".
Volodímir Zelenski y los líderes europeos habían aceptado esta misma mañana la propuesta de Trump de pausar "de inmediato" las hostilidades para negociar la paz sobre la base de la línea del frente. El líder ucraniano y sus aliados continentales rechazaron, de todos modos, la posibilidad de modificar las fronteras, otra de las ideas que había planteado el enviado especial de Trump, Steve Witkoff.
"La actual línea de contacto debe servir como punto de partida para las negociaciones", recogía la declaración conjunta de los líderes europeos, que reafirmaban su compromiso "con el principio de que las fronteras internacionales no deben cambiarse por la fuerza". En el escrito, sin embargo, los Merz, Starmer, Macron, Meloni y compañía volvían a cuestionar el interés de Putin en alcanzar algún tipo de compromiso.
En paralelo, como adelantó Bloomberg, los países europeos trabajan mano a mano con Ucrania en la redacción de un plan de doce puntos que pretende poner fin a la guerra de Rusia a lo largo de las líneas de frente actuales. La hoja de ruta, inspirada en el acuerdo con el que la Casa Blanca selló el frágil alto el fuego en Gaza, contempla la creación de un consejo de paz presidido por el propio Trump para supervisar su implementación.
La realidad es que Kyiv estaba tendiendo la mano para evitar ceder más territorios, pero Moscú seguía sin dar su brazo a torcer. "Quiero aclarar que Rusia no ha cambiado su postura respecto a los entendimientos alcanzados durante la cumbre de Alaska", matizó antes de la cancelación de la cumbre en Budapest el ministro ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov, que descartó los llamamientos a la tregua.
"Si simplemente se detiene todo, eso significará olvidar las causas profundas de este conflicto, que la Administración estadounidense entendía claramente cuando Donald Trump llegó al poder", argumentaba esta misma mañana el jefe de la diplomacia rusa, un indicativo de que el Kremlin seguía decidido a mantener la línea dura.
El marco de Anchorage que rescató Lavrov comprende una serie de intercambios territoriales. Dicho de otro modo, contempla que Ucrania entregue el Donbás a las tropas rusas. "Creo que el 78 por ciento del territorio ya está tomado por Rusia. Déjenlo como está por ahora, y más adelante pueden negociar algo", había deslizado este lunes el propio Trump.
"Para Moscú, el control sobre el Donbás sigue siendo innegociable. En el mejor de los casos, solo son concebibles ajustes tácticos marginales dado el equilibrio actual en el campo de batalla", explica Jarábik. "Aun así, Putin está decidido a mantener abierto el canal con Trump, consciente tanto de su potencial estratégico como de sus riesgos".
Hasta la fecha, lo único que había trascendido es que la segunda cumbre entre Putin y Trump sería en algún momento de las próximas dos semanas y que las partes habían acordado celebrarla en la capital de Hungría. Nada más. "Había muchas otras opciones dignas: Suiza, Austria, el Vaticano, Arabia Saudí, Catar, Turquía", lamentó este lunes un Zelenski que, sin embargo, se mostró dispuesto a acudir a la cita.
"¿Quién propuso Budapest?", le preguntó el periodista del Huffington Post S.V. Dáte, a la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt. "Tu madre lo hizo", le respondió la secretaria de prensa de Trump. Yuri Ushakov, consejero áulico de Putin, dice que la sugerencia corrió a cargo de Trump. El presidente ruso la aceptó "de inmediato".
La elección de Budapest escamó a los países europeos. "Trump y Putin pretendían reunirse donde se firmó el infame Memorándum de Budapest, en el que Rusia prometió en vano respetar las fronteras de Ucrania a cambio de que Ucrania entregara sus armas nucleares", explicaba en conversación con este periódico Simon Schlegel, analista del Zentrum Liberale Moderne, un think tank con sede en Berlín.
El entonces presidente Leonid Kuchma prescindió del tercer arsenal nuclear más grande del mundo, alrededor de 2.000 ojivas nucleares de la era soviética. Putin, sin embargo, violó el acuerdo con la anexión de Crimea en marzo de 2014. Y volvió a hacerlo ocho años después con la invasión a gran escala de Ucrania.