
El papa León XIV celebra una audiencia con representantes de los medios de comunicación en el aula Pablo VI del Vaticano, el 12 de mayo de 2025. Reuters
El Vaticano tiene 'hackers' de la guarda: este es el equipo de voluntarios que protege a la Santa Sede de los ciberataques
Un grupo internacional de ciberexpertos se ha unido para defender al Vaticano frente a una oleada de ciberataques, en un contexto de creciente vulnerabilidad tecnológica.
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Mientras el recién elegido Papa León XIV toma las riendas de la Iglesia Católica, un grupo de fervorosos especialistas en ciberseguridad libra una batalla menos visible pero crucial: proteger al Vaticano de los ataques digitales.
Se hacen llamar los Vatican CyberVolunteers y, desde 2022, actúan como una suerte de Guardia Suiza del ciberespacio, vigilando los sistemas de la Santa Sede frente a amenazas cada vez más sofisticadas.
“Somos como la Guardia Suiza del Vaticano, pero en versión digital”, explica Joseph Shenouda, fundador del colectivo y consultor de ciberseguridad radicado en Países Bajos, en declarciones a Politico.
Su iniciativa ha reunido a cerca de 90 voluntarios de todo el mundo, la mitad de ellos católicos practicantes y el resto impulsados simplemente por un sentido de propósito.
Los ataques que intentan repeler van desde campañas de phishing dirigidas a cardenales hasta ataques de denegación de servicio (DDoS) que buscan saturar las páginas oficiales del Vaticano.
En algunos casos, han llegado a detectar emisores de Wi-Fi maliciosos en las inmediaciones del Estado pontificio, diseñados para interceptar credenciales de acceso o infiltrar sistemas desde dentro.
La tarea de estos “cruzados digitales” no es menor. Según el Índice Global de Ciberseguridad de 2024 de la Unión Internacional de Telecomunicaciones, el Vaticano figura en el grupo de países con menor rendimiento en seguridad cibernética -al mismo nivel que Afganistán o Yemen-, obteniendo un alarmante cero en medidas técnicas sobre una escala de 20 puntos.
En el último año, los ataques se han incrementado un 150 %, y la alerta se encuentra en nivel naranja, un escalón por debajo del máximo, lo que indica un riesgo elevado de comprometer infraestructuras críticas: “Encontramos muchos fallos y los canalizamos directamente al Vaticano”, indica Shenouda.
Además de realizar pruebas de penetración para detectar vulnerabilidades, los voluntarios ofrecen capacidad de almacenamiento en la nube sin coste y han creado canales de intercambio de inteligencia sobre amenazas.
Sin embargo, Shenouda advierte que la Santa Sede aún depende de servicios contratados de ciberseguridad y carece de una política interna sólida: “No hay un tercero que verifique si la protección se está implementando correctamente”.
Los intentos de espionaje al Vaticano no son nuevos, pero en la era digital se han sofisticado. En 2020, el grupo chino RedDelta -patrocinado por el Estado, según informes- intentó infiltrarse en los servidores de correo del Vaticano y de la diócesis católica de Hong Kong durante negociaciones sensibles sobre la designación de obispos.
Dos años después, la página web del Vaticano colapsó tras unas declaraciones del Papa Francisco críticas con la invasión rusa a Ucrania.
Ante esta situación, el Vaticano ha reforzado los protocolos de seguridad en eventos clave, como el reciente cónclave que eligió al Papa León XIV. Durante el encierro, se eliminaron todos los dispositivos electrónicos y se instalaron inhibidores de frecuencia y detectores de micrófonos ocultos en la Capilla Sixtina.
En 2019, el Papa Francisco ya había nombrado como jefe de seguridad a Gianluca Gauzzi Broccoletti, experto en ciberseguridad. No obstante, aún no se ha establecido una figura permanente como responsable de seguridad informática, algo que los CyberVolunteers consideran urgente.
“Nuestra intención era despertar a la institución. Están bajo ataque constante”, resume Shenouda, que espera que su labor inspire al Vaticano a tomarse en serio una amenaza que va más allá del mundo físico.