JD Vance visita a una unidad de marines en Virginia.

JD Vance visita a una unidad de marines en Virginia. Kevin Lamarque Reuters

Europa

El motivo real por el que la segunda dama de EEUU canceló su plan de viaje en Groenlandia: nadie se prestó a recibirla

El descontento en la isla danesa con las amenazas de Trump ha quedado más que patente en las encuestas, que reflejan un rechazo casi unánime a cualquier posible integración con Estados Unidos.

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R. Pons
Publicada

La visita a Groenlandia de Usha Vance, esposa del vicepresidente de Estados Unidos, fue abruptamente cancelada después de que ningún representante local se mostrara dispuesto a recibirla. La decisión, que se ha interpretado como un revés diplomático para Washington, responde a la creciente resistencia de las autoridades y la población groenlandesa a la presencia estadounidense en la isla.

Según informó el corresponsal de TV 2 en Nuuk, Jesper Steinmetz, funcionarios estadounidenses recorrieron la capital de la isla durante los últimos días buscando anfitriones para la segunda dama. "Han estado yendo de puerta en puerta, literalmente llamando y preguntando si alguien estaría dispuesto a recibir la visita de la esposa del vicepresidente. En todos los casos, la respuesta fue la misma: 'No, gracias'", relató Steinmetz.

Ante la falta de interlocutores, la Casa Blanca optó por modificar los planes y centrar la visita únicamente en la base militar de Pituffik, al norte del territorio helado.

El intento de la Administración estadounidense por estrechar lazos con Groenlandia se ha topado, pues, con una fuerte oposición tanto del Gobierno danés como de las autoridades locales de la isla. La primera ministra de Dinamarca, Mette Frederiksen, calificó la visita inicialmente programada de Vance a una popular carrera de trineos con perros como una forma de "presión inaceptable" sobre el territorio semiautónomo. "El interés del expresidente Donald Trump en Groenlandia no ha desaparecido", advirtió Frederiksen en redes sociales, al tiempo que agradeció el respaldo de sus aliados internacionales en la disputa con Washington.

El secretario de Estado danés, Lars Løkke Rasmussen, celebró la decisión de reducir la visita exclusivamente a la base militar estadounidense en Pituffik. "Es claramente una desescalada. Creo que es muy positivo que los estadounidenses hayan cancelado su visita a la sociedad groenlandesa y se limiten a su propia instalación [militar]", declaró Rasmussen.

El creciente descontento en Groenlandia con la política estadounidense ha quedado patente en las encuestas, que reflejan un rechazo casi unánime a cualquier posible integración con Estados Unidos. En los últimos días, manifestaciones sin precedentes han sacudido la isla, con ciudadanos portando pancartas con mensajes como "Yankees, go home" y gorras con el lema "Make America Go Away". Se preveía que estas protestas se intensificaran durante la visita de Usha Vance, lo que habría representado un nuevo revés para la imagen de Washington en la región.

Desde el Parlamento danés, la diputada groenlandesa Aaja Chemnitz criticó duramente la estrategia de Estados Unidos. "Creo que han malinterpretado completamente el sentir de la población. Si realmente querían fortalecer los lazos diplomáticos, este era el camino equivocado", sostuvo Chemnitz, calificando el episodio de "caótico" e "irrespetuoso".

La desconfianza hacia Washington se ha intensificado desde que Trump expresó su interés en comprar Groenlandia en 2019, una propuesta que fue ampliamente rechazada tanto en la isla como en Copenhague. Investigadores como Ole Wæver, profesor de la Universidad de Copenhague, han alertado sobre lo que describen como "una operación de poder blando y una infiltración estadounidense progresiva" en la isla. "El mérito de este giro positivo se lo lleva Groenlandia. Se han mantenido firmes frente a la presión", afirmó Wæver.

La estrategia estadounidense no se limita a gestos diplomáticos. Desde la visita privada de Donald Trump Jr. a Groenlandia en enero, Washington ha intensificado su presencia en la isla, concediendo subvenciones a organizaciones locales e incrementando la cooperación con Nuuk. Además, el reciente despliegue de dos aviones militares Hércules en la capital groenlandesa, cargados con vehículos blindados, ha alimentado las sospechas sobre un posible refuerzo de la influencia estadounidense en la región.

Para el analista Marc Jacobsen, del Real Colegio de Defensa Danés, la modificación de la agenda es un alivio para Copenhague. "El Gobierno danés está satisfecho de que la visita no tenga lugar en eventos de la sociedad groenlandesa, como la carrera de trineos", afirmó.

La cancelación de la visita de Usha Vance también llega en un momento político delicado para Groenlandia. Su primer ministro interino, Mute Egede, calificó la presencia estadounidense como una "provocación", ya que coincide con las negociaciones para formar un nuevo Gobierno tras las recientes elecciones parlamentarias y a escasos días de los comicios municipales. Egede ha reiterado que Groenlandia no está en venta y que su futuro debe ser decidido exclusivamente por su población.

Más allá del rechazo social, la importancia estratégica de Groenlandia para la defensa estadounidense sigue siendo clave. Su posición geográfica la convierte en un enclave crucial para el sistema de alerta temprana de misiles balísticos de Estados Unidos. Desde 1951, un acuerdo entre Dinamarca y Washington otorga a las fuerzas estadounidenses libertad de movimiento y la posibilidad de construir bases en la isla, siempre que se informe previamente a las autoridades danesas y groenlandesas.

Desde la Casa Blanca, el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, Brian Hughes, insistió en que la delegación estadounidense tenía como objetivo "conocer la cultura, la historia y el pueblo de Groenlandia". Sin embargo, el fuerte rechazo tanto de las autoridades como de la sociedad civil ha dejado en evidencia el deterioro de las relaciones entre Washington y Nuuk.

Por ahora, la Casa Blanca ha optado por minimizar la polémica, pero la tensión diplomática con Dinamarca y Groenlandia podría prolongarse en el tiempo. El episodio pone de manifiesto el desafío que enfrenta Estados Unidos para fortalecer su presencia en el Ártico sin desatar nuevas fricciones con sus aliados europeos y la población local.