El frente de Bakhmut en su primer día sin Zaluzhnyi: 'No habrá cambios fuertes, debemos reunir fuerzas'
Horas después del cese del comandante en jefe del Ejército, entramos en una posición de combate ucraniana del Dombás para ver las consecuencias.
12 febrero, 2024 03:19"Lo que más me preocupa es que mi hija de dos años y medio está creciendo sin su padre", sentencia Leonid cuando le pregunto si le inquieta la situación. Leonid tiene 23 años y es el conductor de un carro de combate T-64 que trabaja en las inmediaciones de Bakhmut. Con la grabadora encendida, ningún soldado ucraniano cuestiona la decisión política más sonada del momento, pero en sus rostros puede apreciarse una mirada triste cuando se pronuncia el nombre Zaluzhnyi.
El general Valery Zaluzhnyi no se lo puso fácil al presidente de Ucrania: se negó a dimitir y obligó a Zelenski a anunciar a la nación su cese unilateralmente. Tal vez no quería que sus soldados se sintieran abandonados por él, en uno de los momentos más duros de la guerra. El ahora excomandante en jefe del Ejército ucraniano gozaba de una popularidad y un apoyo unánimes en las trincheras –y también fuera de ellas–, elevado a la categoría de héroe nacional.
Incluso en los peores momentos, como cuando Ucrania dio por fracasada su contraofensiva en Zaporiyia a finales del verano pasado, nadie cuestionaba el liderazgo de Zaluzhnyi. Al preguntar entonces a los soldados que si no sería bueno un cambio de general, todos –sin excepción– respondían "no, por qué va a ser bueno eso". Ahora no les ha preguntado nadie, pero la decisión ya está tomada y la nueva cúpula militar ha sido presentada oficialmente mientras ellos peleaban en el frente de combate.
Estamos en el primer día de la guerra sin Zaluzhnyi, y no parece ser diferente del día anterior, ni del que vendrá mañana. En el frente de Bakhmut las tropas del Kremlin no dan tregua, y las preocupaciones de los soldados ucranianos son más terrenales: seguir vivos y recibir la munición suficiente para parar los intentos rusos de avanzar.
Expectativas
"Estamos en una situación de defensa activa, tenemos que frenar los ataques del enemigo; la infantería es la que tiene la tarea más dura y la artillería les apoya cuanto puede", explica el comandante de la posición, Volodimir, que reconoce que los intentos rusos de avanzar en dirección a Chasiv Yar son constantes. "Pero son asaltos por parte de grupos pequeños, no existe una gran ofensiva", añade.
Volodimir ya era militar de carrera cuando empezó la invasión; analiza la guerra de una manera técnica y directa, y prefiere no elucubrar sobre los posibles cambios que se pueden producir bajo el mando del sustituto de Zaluzhnyi, el experimentado general Oleksander Syrsky. "Personalmente creo que no habrá cambios drásticos en un futuro cercano; creo que necesitamos reunir fuerzas, y el nuevo comandante trabajará en ello. Sinceramente, espero que todo se mueva a nuestro favor".
Lo cierto es que, ahora mismo, sería muy difícil introducir un cambio de estrategia revolucionario en pleno invierno –con el campo de operaciones completamente embarrado, cuando no cubierto de hielo– y sin la munición necesaria para asestar una ofensiva a gran escala contra las tropas rusas –que sí cuentan con grandes remanentes de munición y de vehículos no tripulados–.
Sin embargo, no hay que perder de vista que el general Syrsky fue el artífice de la exitosa contraofensiva de Járkov, una operación que se diseñó en el más absoluto secretismo y que permitió recuperar todo el territorio ocupado por Rusia en esta región oriental. En aquel momento –otoño de 2022–, Syrsky supo aprovechar el factor sorpresa; ahora no contará con esa ventaja, pero hay que esperar para ver si se decide a implementar nuevas estrategias.
Una espera que se hace eterna en el frente de combate, donde las condiciones de vida son especialmente duras en invierno. Los accesos a las posiciones están impracticables en algunos puntos, y las evacuaciones se convierten en una tortura tanto para los heridos –que van dando bandazos al ritmo de los baches– como para los paramédicos que se afanan en mantenerlos con vida.
Los cambios
Andryi es el tercer miembro de la tripulación del carro de combate T-64, junto a Leonid y el comandante Volodimir. Aunque bromea diciendo que desde que es soldado y lleva barba está más guapo, la guerra le ha pasado factura: a sus 22 años parece que tiene diez más. "El segundo día de la invasión fui a la oficina de reclutamiento, y al día siguiente ya tenía el uniforme puesto, ese el resumen", relata.
Lo que no quiere contar es cómo te cambia una guerra por dentro, eso que no se ve. "Soy una persona completamente diferente, me he vuelto más duro. Pero no voy a hablar de eso", dice tajante. "Lo más difícil es esperar, cuando estamos combatiendo de alguna manera se sobrelleva, pero esperar es lo más difícil. Aunque también te acostumbras", añade. No tiene que esperar demasiado hoy. La radio empieza a transmitir órdenes, y todos se apresuran a salir en la dirección donde se encuentra el T-64.
Está nevando con intensidad, y los pies se hunden por completo en el manto blanco que lo ha cubierto todo. Es imposible ver por dónde pisas, pero ellos conocen el camino de memoria y aprietan el paso. Cuando llegan, ponen en marcha el carro de combate, apuntan el cañón de 125 milímetros y abren fuego contra el objetivo marcado. Luego vuelven a la posición de descanso y esperan nuevas órdenes. El ritual se repite hasta cinco veces a lo largo de la mañana, sin que el frío o el cansancio les distraiga.
Una de las veces que acudimos a la posición donde se encuentra el T-64, avisan por radio de que otro de los carros de combate de la Brigada ha sido alcanzado. "Hay dos heridos, aún no sabemos en qué estado están", explica el comandante. "La tripulación de otro carro les está asistiendo mientras llega la evacuación". La noticia es una bofetada de realidad: la realidad de la guerra que se vive en el campo de batalla, lejos de los despachos presidenciales.
El precio de la independencia
De nuevo a cubierto, Leonid aprovecha para hacer una llamada. "No puedes acostumbrarte a esto, creo que la familia está constantemente preocupada por mí, que mi hija me extraña y que nunca se van a acostumbrar a la guerra, porque aún tienen miedo y tienen que meterse en un refugio cada vez que suenan las sirenas antiaéreas".
Antes de la invasión de Ucrania, Leonid y su familia vivían en Melitopol –una ciudad del sur de Zaporiyia, actualmente ocupada por las tropas rusas–. Perdieron su casa, su trabajo, su rutina; perdieron todo menos la voluntad de resistir. De hecho, los tres soldados de la posición donde me encuentro proceden de territorios que ahora están ocupados por Rusia, y el cambio de liderazgo del Ejército no parece que vaya a socavar sus ganas de recuperar sus hogares.
Zaluzhnyi aseguró en más de una ocasión que "la independencia sólo es posible cuando hay personas dispuestas a luchar por ella". Parece que, de momento, los combatientes ucranianos seguirán luchando por la independencia de su país a las órdenes de Oleksander Syrsky.
El nuevo comandante, que tiene fama de controlar hasta el último detalle y ser extremadamente exigente, tendrá que demostrar que –además de buen estratega– es digno de la confianza de los hombres que están dispuestos a morir por Ucrania en un campo de batalla bajo su mando. No obstante, Syrsky no estará sólo: en la nueva cúpula militar ucraniana hay perfiles variopintos que pueden aportar diferentes enfoques. Es un juego en equipo, y acaba de empezar una nueva partida.